París-Barcelona, las modelos de la Belle Époque

Gothsland celebra medio siglo con una exposición con el Museo del Modernismo

Una obra de Ramón Casas ABC

Sergi Doria

La Belle Époque, entre el último tercio de siglo XIX y la guerra de 1914, fue bautizada por Stefan Zweig como 'el mundo de ayer'. Un tiempo en que París y Viena ejercieron la capitalidad cultural. En Barcelona, Casas, Rusiñol o Clarasó buscaron la modernidad entre las brumas del Sena y las empinadas calles de Montmartre. El Moulin de la Galette, en la confluencia de rue Lepic y place Blanche, fue punto de encuentro de artistas y modelos. En sus crónicas parisinas para 'La Vanguardia' que Rusiñol agavilló en 'Desde el Molino' , con dibujos de Ramón Casas, escribió que el Moulin «no sólo es el centinela del barrio, sino el centinela del mundo».

De esas idas y venidas nació 'París-Barcelona': trescientas obras que se despliegan entre la galería Gothsland, que cumple cincuenta años desde su fundación en 1971 por la familia Pinós-Guirao, y el Museo del Modernismo de Barcelona. Comisariada por Gabriel Pinós, la exposición que permanecerá hasta el 5 de febrero de 2022, incorpora piezas del MNAC, Cau Ferrat de Sitges, Biblioteca-Museo Víctor Balaguer, Fundación AMYC y otras colecciones particulares.

'París-Barcelona' se centra en la visión femenina ; en particular, en las modelos, muchas hasta ahora desconocidas, que trabajaron con Casas, Rusiñol, Toulouse-Lautrec, entre otros nombres del modernismo, impresionismo y postimpresionismo.

Las escenas cotidianas con madres que cuidan de sus retoños en algún piso del Ensanche, o la niña fascinada por un farolillo luminoso se conjugan con las 'manolas' que comparten un pic-nic en el parque de la Ciudadela surgido de la Exposición de 1888, o las muchachas recogiendo flores en Montjuïc con el puerto a sus pies.

Los escenarios barceloneses dan paso a los 'quartiers' parisinos: una gigantesca fotografía de ese Moulin de la Galette que lleva hasta la plaza de Montmartre repleta de baches que se vuelven charcos cuando llueve. Además de «molino del mundo», ya que por él pasa el meridiano, el Moulin es para los pintores y sus modelos una «casa de préstamos imaginaria, la caja de socorro del artista», apunta Rusiñol.

A los artistas y sus obras ya los conocemos; no tanto a las mujeres que las inspiraron o posaron para hacerlas inmarcesibles.

A Julia Peraire la conoció Ramón Casa s en el barcelonés Café Continental donde ella vendía lotería desde los diez años. Se convirtió en su musa y amante. Su capacidad de reencarnarse en las más diversas facetas femeninas es prodigiosa: puede ser ella misma en 'Julia' (1909), una monja de clausura al modo de doña Inés, o una joven inglesa trazada al carbón.

Madeleine de Boisguillaume, que también fue modelo de Toulouse-Lautrec , protagonizó en 1899 el primer cartel publicitario de Casas para el semanario 'Pèl & Ploma'. Desmadejada sobre un sofá, Madeleine reproduce la pose de otros lienzos como 'Después del baile' o 'Muchacha decadente', ambos de 1900. El cartel, que se regalaba a los suscriptores de la revista, se agotó en pocas semanas.

'La morfinómana' (1894) de Rusiñol no pasa desapercibida por la crudeza de la escena. La mujer postrada en el lecho bajo los efectos de la droga, a la que también fue adicto el pintor, es Stéphanie Nantas. El cuadro es el segundo de una serie que se inicia con 'La medalla': Nantas sentada en la cama poco antes, tal vez del pinchazo que la sumirá en un morboso éxtasis. La modelo había sido en 1892 la 'institutriz' de Casas.

Clo-Cló -de nombre Clotilde Pignel -, hija de los dueños de la tienda donde Casas compraba los pinceles, fue portada de 'Pél & Ploma', durmiente en 'La Grasse matinnée' y 'La parisina'. Rusiñol mantuvo con ella una relación sentimental.

Georgette Albarran se reencarnó para el pintor cubano Federico Beltrán Massés en la bíblica 'Susana y los viejos'. Charlotte Brandt fue retratada por José Vilató Ruiz, de nombre artístico 'J. Fin' y sobrino de Picasso.

Y de las modelos a las pintoras . O las dos cosas a la vez: Suzanne Valadon, modelo y pintora, pareja y madre de artistas. La fauvista Louis Georgette Agutte. Lucie Cousturier, pintora y musa del puntillismo, alumna de Paul Signac y amiga íntima de Georges Seurat.

De nuevo en Barcelona, Lola Anglada nos brinda una acuarela: la muralla del mar con un difuminado castillo de Montjuïc al fondo. Olga Sacharoff se autorretrata con gato, jaula y pájaro: un simbolismo inquietante. La última modelo del cartel que firma John Hassall no tiene nombre… Con un vestido blanco de hechuras parisinas es la Barcelona que en 1909 mira a Europa y promociona el turismo.

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