Fotografía cedida por el MNAC de la obra «Balancí» (La mecedora), de 1913,
Fotografía cedida por el MNAC de la obra «Balancí» (La mecedora), de 1913, - EFE

Las habitaciones de Torné Esquius brillan en el MNAC

El museo reivindica la obra del pintor catalán con la exposición «Poética cotidiana»

BARCELONA Actualizado: Guardar
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El esfuerzo titánico y casi policiaco de los comisarios Eduard Vallès y Elena Llorens ha hecho posible reunir trescientas piezas en la exposición «Torné Esquius. Poética cotidiana», que se puede ver en el MNAC hasta el 9 de julio.

«En Francia fue conocido como ilustrador y en Cataluña como pintor; esta dualidad es uno de las características más sorprendentes de la vida artística de Pere Torné Esquius (1879-1936)», coinciden ambos comisarios. Tras estudiar en la Llotja y en la Escuela de Bellas Artes donde coincidió con Picasso hizo su primera gran exposición en la Sala Parés de Barcelona. En 1905 se fue a París donde colaboró con muchas revistas (Le Rire, Fantasio, La vie parisienne o Le Courrier français) en las que desarrolló su faceta de ilustrador con dos temáticas muy diferentes: el erotismo y las escenas de calle.

«Es la primera vez que se hace una exposición suya en un museo y podemos decir que es una muestra de coleccionistas porque la mayoría de obras son de particulares», destaca Pepe Serra, director del MNAC, mientras señala el óleo de 1913 «Mesa en el jardín», que pertenece a la Colección Thyssen Bornemisza. Este cuadro forma parte de una retahíla de interiores y exteriores de casas que ocupan toda la pared derecha de la sala de exposiciones. «Hemos puesto el título de “Poética cotidiana” porque en principio lo cotidiano no es poético pero en el caso de Torné Esquius sí lo es. Los habitantes de estas casas han desaparecido de repente sin dejar ni rastro. Algunos detalles sorprenderán al espectador como una chimenea que conserva las brasas, una jaula con un pájaro muerto en su interior o una vela consumida».

El álbum de dibujos «Dolços indrets de Catalunya» (Dulces lugares) que se publicó en 1910 fue su gran éxito. «Hemos descubierto una carta de Torné Esquius al periodista Carles Rahola que confirma que el pintor realizó esta serie de dibujos, considerados el paradigma del Noucentisme, en las postrimerías del Modernismo, cuando ni siquiera se había acuñado el término Noucentisme». Este libro es una pieza de bibliófilo y cuenta con un prólogo de Joan Maragall.

«Es un catálogo del patrimonio paisajístico y monumental catalán; plazas de pueblo, iglesias, monasterios… este álbum representaba la Cataluña rural católica», destaca Elena Llorens, que sigue buscando la identidad de estos lugares y que celebra que «ya hemos identificado el exterior de la iglesia románica de Sant Jaume de Queralbs o la vista general del Santuario de El Carmelo».

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