Condenado a 4 años de cárcel por poner multas falsas a una mujer por despecho

El hombre, un urbano de Barcelona, conoció a la mujer durante un control de alcoholemia, ambos flirtearon y se enfadó porque ella le ocultó que tenía pareja

Barcelona Actualizado: Guardar
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La Audiencia de Barcelona ha condenado a cuatro años y medio de prisión y seis de inhabilitación a un guardia urbano de Barcelona por asediar con multas falsas a una conductora con la que flirteó, molesto porque le había ocultado que tenía pareja.

En su sentencia, la sección sexta de la Audiencia de Barcelona condena al agente, David R., por un delito continuado de falsedad en documento oficial y le obliga a indemnizar con 4.500 euros a la víctima, al tiempo que anula todas las sanciones falsas que el procesado le impuso.

Según cree el tribunal, el procesado, que era guardia urbano de Barcelona, conoció el 21 de noviembre de 2012 a la víctima en un control preventivo de alcoholemia en el que la conductora arrojó un índice de 0,25 miligramos por aire espirado, superior al máximo que permite la ley.

Pese a presentar ese nivel positivo de alcoholemia, el procesado dejó irse a la conductora sin denunciarla mientras le explicaba que, debido a los márgenes de error de la prueba practicada, era posible que se encontrara por debajo de la infracción administrativa.

El policía y la conductora, de 27 años, estuvieron conversando amistosamente durante unos instantes, tras lo que se intercambiaron las identidades y los números de teléfono, con los que posteriormente se cruzaron varios mensajes de WhatsApp. Más adelante, ambos quedaron para tomar un café en un bar del centro comercial "La Maquinista" de Barcelona y no volvieron a verse tras ese encuentro, aunque se cruzaron algún mensaje telefónico más.

Cuatro faslas denuncias contra ella

Según la sentencia, en uno de esos WhatsApp, que han sido aportados como prueba en el juicio, el guardia urbano avisaba a la víctima de que a través de su perfil de Facebook había descubierto que tenía pareja y le reprochaba que quisiera quedar con él, pese a estar comprometida.

A los meses de su primer encuentro, el acusado tramitó cuatro boletines de denuncia contra la víctima por varias infracciones a las ordenanzas municipales, en las que le atribuía hechos que no habían sucedido en lugares donde la mujer, que reside fuera de Barcelona, ni siquiera había estado.

Concretamente, el 27 de abril de 2013 el procesado tramitó una multa de 300 euros a la víctima por proferir "gritos y cánticos" en el paseo del Born de Barcelona y, apenas unos días después, le abrió una sanción de 50 euros por estar consumiendo alcohol en la avenida Paral·lel de Barcelona.

En otra denuncia redactada en mayo de 2013, el procesado acusaba a la víctima de comprar productos a vendedores ambulantes en la calle Escudellers de Barcelona, por lo que le impuso una multa de 180 euros.

En la última de las sanciones falsas, redactada en junio de 2013, el acusado abrió un boletín de denuncia en el que acusaba a la mujer de proferir gritos y cantos en la calle Ample de Barcelona.

La víctima recurrió todas las sanciones, que se le anularon en 2014 porque el acusado no ratificó su contenido, al tiempo que presentó la denuncia que dio pie al proceso penal.

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