El parque del Clot, entre las Glories, la Gran Via y la Meridiana
El parque del Clot, entre las Glories, la Gran Via y la Meridiana - INÉS BAUCELLS

El Clot y la Sagrera, una promesa en ciernes

Si Mahoma no va a la montaña, los vecinos la construyen. Dos barrios al filo de una estación de tren que sigue sin aparecer; en su lugar, la cultura se va abriendo paso.

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En 1997, el arquitecto Xavier Basiana se puso en contacto con el dueño de la fábrica de textiles abandonada que veía desde su despacho. Víctor Ivanow, el propietario, le dijo que estaba en venta y lo invitó a conocerla. “Por curiosidad y mirar lo que había adentro, acepté y cuando vi el espacio tan maravilloso y la luz que había me enamoré; al cabo de 15 días, sin habérmelo planteado, era mía”, explica Basiana.

La Nau Ivanow se inauguró en 1998 como un espacio abierto a la creación, producción y difusión cultural. Desde entonces ha sufrido modificaciones, como la remodelación a partir de una inundación en el 2005, la incorporación de tres naves más, así como su anexo a los equipamientos del Ayuntamiento.

Por las paredes del centro cultural han pasado obras de teatro, conciertos, exposiciones de pintura, foto, bodas gitanas, entidades del barrio, así como colectivos y artistas que la han adoptado como su hogar.

Como la Nau Ivanow, en la Sagrera y su vecino barrio de El Clot, la cultura surge a partir de los vecinos y casi pareciera que muy a pesar del Consistorio, que muchas veces más que tender puentes, los deja sin construir (como es el caso de la eterna promesa de aquella estación de tren que vendría a cambiarle la cara al barrio y a la ciudad). Como aquellos heroicos vecinos que alumbraron, pavimentaron y construyeron el agua corriente del Carmel, aquí los vecinos, cansados de esperar, han ido construyendo sus propios equipamientos, limpiado sus plazas y remodelado sus mercados.

Con Xavier Basiana a la cabeza, en conjunto con la asociación de vecinos de La Sagrera, se han logrado numerosos éxitos en los últimos 20 años, algunos efectivamente de la mano del Ayuntamiento, como la remodelación del antiguo Cine Imperial “La Barraca”, en donde ahora se ubica un centro cívico; el parque de la Pegaso; la urbanización de la Plaça de l’Assemblea de Catalunya, que antes era comúnmente conocida como Plaza de las Ratas, con buena razón; la dignificación de la Meridiana; así como la recuperación de la Plaça de Masadas, en el casco antiguo, o del Parc del Clot. Para compensar la falta de espacios, postergados de cara a la inauguración de una estación que sigue sin llegar, se abrió el centro cultural y la biblioteca de Garcilaso, se remodeló el Mercado de Felipe II, y se construyó la Biblioteca Sagrera-Marina Clotet. Así también más recientemente Basiana, en colaboración con varios artistas, abrió el Espai 30 y la Nau Bostik.

Con los equipamientos culturales han llegado también artistas a la zona, escuelas, talleres, cafés y restaurantes, que la han rejuvenecido. Ambos barrios, desarrollados entre la Meridiana, la Gran Vía y las vías del tren se están transformando desde las entrañas, poco a poco, gracias a la terquedad de los vecinos que como Basiana se niegan a darlo todo por perdido. Cuando joven, el arquitecto sagrerense se enfrascó en el proyecto de la estación del AVE, buscando transformar su ciudad; al final, terminará haciéndolo.

¿Por dónde pasear?

El parque del Clot y su acueducto son razón de más para ir más allá de Glories. Aquí la luz del atardecer es muy particular. Así también lo es a través de los arcos de la Plaça de Masadas, en el casco antiguo de La Sagrera. Antes aquí había un mercado que se derribó en los 90. El primer domingo de cada mes se celebra en esta plaza un mercadillo de juguetes y trenes antiguos. La floristeria Otilia Colom aún sobrevive a aquellas épocas, dándole un punto de color a los arcos crema.

Hacer barrio

El Carrer del Clot apunta maneras para convertirse en la nueva versión de la calle Parlament. El Salón Plugiese es una escuela de baile que está colaborando con la transformación de la zona, junto a los artistas de Palo Bajo (un guiño al Palo Alto del Poblenou), también en la calle Verneda.

Además de éstos y la Nau Ivanow, algunos espacios que abogan por la cultura: La Espronceda, Nau Bostik, Espai30, el taller de pintura Vuit Espai, L’Ateneu del Clot, entre otros. La charcutería El Charro ya no es la única razón por la que visitar el barrio.

¿Dónde comer?

El Clot

Marlen Mastets, un oasis por descubrir. Can Pineda, una joyita del Clot para Barcelona. Celler Ca la Paqui y Bodega Sopena, bodegas con encanto. El Patio de mi Casa, particular, casero y sin pretensiones. La Clotenca, las pizzas del barrio.

La Sagrera

L’empanat y L’espabilat, en la Plaça Masadas, algunas de las nuevas apuestas por renovar la baja calidad de la gastronomía del barrio. El Racó d’en Jero, en la parte peatonal del Carrer Bofarrull.

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