Juan Milián, diputado del PP en el Parlament
Juan Milián, diputado del PP en el Parlament - INÉS BAUCELLS

El PP, el talento y la libertad

Juan Milián Querol encarna los valores del centro derecha liberal y podría refundar el PP catalán

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Se asume como una fatalidad, como un destino inevitable, el papel marginal y marciano que juega el Partido Popular en Cataluña desde su fundación. Y así se van coleccionando los fracasos, no sólo en Cataluña. Si en las elecciones generales el Partido Popular fuera capaz de obtener en Cataluña la media de votos que obtiene en las demás comunidades, su paso por la oposición habría sido mucho más limitado y hoy podría sumar con Ciudadanos.

El PP de Cataluña ha tenido un doble problema de proyecto y de liderazgo. Génova lo ha planteado siempre como una delegación provincial, sin ninguna capacidad de definir un mensaje ni una estrategia; sin entender la sociedad a la que se dirigen, sin enraizar en ella como sí ha hecho Ciudadanos, y con unos liderazgos que, pese a su buena voluntad, no han sabido ni ganarse el respeto intelectual ni concretar la vocación mayoritaria de un partido nacido para gobernar.

La solución de emergencia que se improvisó ante las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre, que pasó por nombrar candidato a la presidencia de la Generalitat a Xavier García Albiol, tuvo mucho de economía de guerra. Y aunque el magnífico exalcalde de Badalona lo dio todo y logró retener parte de los votantes que huían hacia Ciudadanos, en busca de un partido con las ideas claras y el proyecto estructurado, no puede considerarse que el Partido Popular haya encontrado su estrategia ni esté en disposición de abandonar la marginalidad.

Sin embargo no es cierto que no pueda hacerlo, ni que esté condenado a las catacumbas. Dispone de talento y de proyecto, de la brillantez intelectual que se requiere para crecer y para afianzarse, para conectar con el cauce central de la sociedad catalana, y ofrecerle un modelo de país y de convivencia alternativo al independentismo como solución mágica, y a una Convergència cada vez más radicalizada e izquierdista.

Juan Milián Querol tiene 34 años y es diputado en el Parlament. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Pompeu Fabra, tiene un máster en dirección financiera y es especialista en consultoría comunicativa y estrategia política. En 2007 fundó la editorial Espisteme, dedicada a libros sobre política y cultura. Ha escrito los libros "Los nuevos liderazgos" (2010) y "Es la hora de David Cameron" también en 2010. En 2014 publicó "El acuerdo del seny".

Preparado, culto, leído

Milián es un joven aseado y preparado, culto, leído y con la finura intelectual que el PP catalán, equivocadamente, ha visto siempre más como un problema que como una solución. No concibe la política como una profesión sino como una herramienta. No pertenece a ninguna de las familias que históricamente han mandado en el partido, y estaría por lo tanto en disposición de empezar de nuevo, sin ataduras que le condenaran a los mismos errores de siempre, al mismo ostracismo, a la misma frustración.

Se trata de un joven con la preparación intelectual y política que no tiene la vieja guardia, y cuyos referentes intelectuales van más allá de lo local y son perfectamente homologables a los de cualquier político liberal europeo y anglosajón. Es conceptualmente parecido a Pablo Casado, la gran esperanza del PP nacional para cuando el presidente Rajoy decida plantear su sucesión.

Confiar en el talento, con generosidad y libertad, tiene que ser la ética y la estética de un partido libera

Juan Milián Querol, morellano, tiene un discurso suficientemente sólido e imaginativo para superar el callejón sin salida en el que está encallado el debate público catalán, entre el independentismo y la Constitución. Y siendo un firme partidario de la unidad de España, entiende con acierto, y con ironía, que es un despropósito, y hacerle el juego a los separatistas, estar hablando todo el día de lo mismo en lugar de ofrecer a los catalanes un modelo de convivencia en el que prevalezcan los grandes valores del centro derecha como la libertad basada en la responsabilidad, la meritocracia, el facilitar la iniciativa empresarial, el compromiso inequívoco con la excelencia en el servicio público y la vigilancia contra la corrupción, y en definitiva, todas aquellas medidas que le devuelvan el protagonismo al individuo para que pueda desarrollar sus potencialidades.

No es cierto que el Partido Popular esté condenado al hoyo en Cataluña. Habrá destino, y habrá esperanza, si en Madrid hay confianza y audacia, la valentía que se precisa para admitir los errores, y el riesgo político e intelectual que sin duda van a tener que tomar para confiar en el talento y en la libertad.

Pero aunque el éxito no esté asegurado -nunca lo está-, hay que volver a empezar. De nuevo, de cero. Ningún parche ni ningún giro ha funcionado. Tampoco ninguna solución intermedia, ni ninguna solución de emergencia. Ninguna familia histórica, ninguna dinámica del pasado. Todo fue naufragio.

Confiar en el talento, con generosidad y libertad, tiene que ser la ética y la estética de un partido liberal.

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