El palo del TC y la zanahoria del FLA

Las palabras de Mas Colell a Montoro dichas en castellano han tenido la fuerza de un conjuro, casi como si se lo hubiera dicho en calé: «deme argo, zeñorito». Y va Montoro, o Soraya, o Madrit, y en plan Mark Zuckerberg, le sueltan la morterada de los tres mil millones largos y además en un solo plazo, y no en diez espaciados para poder cortar el grifo si les da por abrirle otra embajada en Disneyworld a la república naciente. Bueno, no son los cuarenta y cinco mil millones de dólares que le dado Zuckerberg a una organización benéfica para mejorar el mundo presente y futuro, pero es un pico para ir saldando cuentas hasta la cuesta de enero.

Y al mismo tiempo que se desbloquea el FLA, el Tribunal Constitucional bloquea y anula esa declaración solemne pero sin solemnidad por la cual el Parlamento catalán daba por nacida la República catalana, y advertía pasos firmes e inequívocos hacia la desconexión.

Y el TC les advierte a ellos que han de respetar la suspensión, o sea, cuidadito con dar paso alguno hacia la consecución del proceso separatista, puesto que podrían incurrir en responsabilidades penales. Ya han anunciado también desde diversos lugares del proceso que desobedecerán e incumplirán el mandato; pero no es más que un farol, puesto que llevan meses de posturas ante el espejo pero sin dar ningún paso ni hacer el menor movimiento hacia ningún proceso, ninguna desconexión y ninguna república. Y no será por falta de ganas de desobedecer al Constitucional, sino por falta de lugar a dónde ir… ¿A dónde irían Baños y Anna Gabriel que les hicieran más caso?... Ahora, se les ha acabado ya la pista de baile, lo ha dicho Rahola, el proceso ha muerto y hay que salvar los muebles (¿le estará llamando armario ropero o estantería de salón a Artur Mas?).

Si Rahola y el raholismo deja de darles bolilla a estos de la CUP, no sé en qué puede acabar esto, ¿en un sifonazo?... Un auténtico desastre, ahora el proceso necesitará de todo el talento literario de Mas, Rull, Homs y el que falte para enviarle otra vez las cartas a los grandes mandatarios del mundo avisándoles de que se abre un pequeño paréntesis en el nacimiento de la República de Cataluña, porque al final no han podido convencer a Anna Gabriel. Igual en esta ocasión sí se decide alguno a contestarles, y no de buena maneras.