José Rosiñol Lorenzo - TRIBUNA ABIERTA

Miopía, ingenuidad o algo peor

Ser catalán te hace tan español como cualquier otro ciudadano de cualquier otra comunidad

José Rosiñol Lorenzo
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Nuestro ínclito Presidente de la Generalitat hizo una de esas apariciones para lograr la cobertura de medios de comunicación afines y mantener así la ficción de una acción de gobierno que camufla la utilización impropia de las instituciones en pos de una ideología, esta vez el pasado 10 de octubre dio una conferencia en Madrid en la que se mostraba dispuesto a pactar un referéndum de autodeterminación, su oferta se basaba en las formas del mismo, nunca en el origen del problema de y en Cataluña: la existencia de una élite que lleva decenios implantando un programa de ingeniería social para lograr unos objetivos políticos espurios –destinando para ello ingentes cantidades de recursos públicos-.

En el desayuno del President no hubo acto de constricción, ni un atisbo de remordimiento por la campaña de propaganda, ni por el señalamiento de la disidencia al nacionalismo, ni siquiera un reconocimiento explícito de lo que representa y se desveló en las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre: una minoría hiperideologizada, nada más, no se le escucho expresar su pesar por mantener un “prusés” a pesar de ir de fracaso en fracaso, ni por utilizar el Parlament como un coto privado solo pendiente de los pasos para seguir adelante en el desafío al país y a la democracia, nada, solo habló de formalismos, de cosas tan sorprendentes como que en un referéndum serio se necesita…un mínimo de quorum, como si lo obvio formase parte de una perversa negociación.

Sin embargo, lo más chocante y paradójico ha sido cómo han recogido dichas declaraciones algunos medios de la “izquierda”, e incluso, como hemos podido saber con la operación que quería poner en marcha el exlíder del PSOE Pedro Sánchez, algunos partidos políticos progresistas o, simplemente, populistas, diarios como El País, han publicado un editorial en el que dice “La música de la intervención madrileña del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, suena sugerente, tras años de la dialéctica frentista de su antecesor” y, como no, se vuelva a jugar con la equidistancia entre quienes, básicamente, pretenden estar por encima de la Ley y crear un sistema de arbitrariedad identitaria en Cataluña y los que deben cumplir y hacer cumplir el de la Ley que garantiza nuestros derechos y libertades.

La narrativa de la izquierda de nuestro país y no digamos la neoizquierda revolucionaria, parecen haber adoptado el imaginario nacionalista como si de una realidad en sí misma se tratase, quizás esta asunción sea fruto de una memorable miopía, una ingenuidad impropia de las democracias desarrolladas o de algo mucho peor, de no ver que el problema en Cataluña no es el encaje en “España”, porque ser catalán te hace tan español como cualquier otro ciudadano de cualquier otra comunidad, al igual que ser español te hace ser europeo y formar parte de la Unión Europea, el problema, como decía, es un problema de libertades y de democracia, de imposición de una lógica culturalista y excluyente que fractura a los catalanes en función a su pureza identitaria y de ello derivaría su futuro estatus de ciudadanía.

Pero seamos pragmáticos, acordémonos de la “astucia” expresada por Artur Mas cuando decía que tenían que engañar al Estado, pero solo se engaña a quién se deja engañar, quienes apuestan y practican un nefasto “chamberlainismo” lo hacen sabiendo que, mientras se pide negociar, mientras se muestra la cara amable con el único objetivo de victimizarse y dar la sensación de imposibilidad de negociación y, por tanto, reforzar el mito de la legitimidad de la unilateralidad, la Generalitat está constituyendo a toda velocidad “estructuras de Estado” a la vista de todos –incluyendo el núcleo de un servicio de información-.

La Generalitat está actuando como si hubiese habido y hubiesen ganado una especie de referéndum implícito, tácito o virtual y siguen adelante con el plan para en pocos meses tener preparado un escenario de hechos consumados en el que un “referéndum” sería algo insustancial, algo tangencial o meramente simbólico (incluido un hipotético resultado), porque entonces ya habrán construido sus instituciones al margen del Estado, ya estarán en disposición de llevar a término el desafío definitivo, y, como comentaba más arriba, lo hacen a la luz del día, con la soberbia de quien se cree saberlo todo de antemano y la superioridad moral que el nacionalismo dota a los iniciados, por ello, el Gobierno, las instituciones del Estado y los partidos políticos, deberían actuar sabiendo que lo que importa no es la enésima trampa tejida por el Puigdemont y los suyos, lo que importa es defender con inteligencia, perseverancia y, sobre todo, con convicción los valores de nuestro país, de nuestra gente y nuestra democracia.

José Rosiñol Lorenzo es fundador de Sociedad Civil Catalana

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