Pablo Nuevo - TRIBUNA ABIERTA

Una mejor España en serio

A la política le pedimos seriedad para hacer frente a los retos que tiene España

Pablo Nuevo
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En el mes y medio que tenemos hasta las elecciones generales los diferentes partidos intentarán llevar el debate a donde creen que más tienen que ganar: unos insistirán en que se trata de los de abajo ("la gente") contra los de arriba ("la casta"); otros argumentarán en la necesidad de la nueva política, de jóvenes y guapos candidatos, con su capacidad para ilusionar de nuevo a la sociedad; otros intentarán que el tema central la seriedad frente a las ocurrencias, la experiencia frente a la improvisación...

Todas estas estrategias de comunicación tienen posibilidades de acierto, porque todas tienen su parte de razón. En efecto, a la política le pedimos seriedad para hacer frente a los retos que tiene España, los cuales requieren de gobernantes con experiencia que antepongan el bien común a sus propios intereses; al mismo tiempo, a nadie se le escapa que para ello es preciso una intensa tarea de regeneración institucional, para poder ilusionar de nuevo a nuestros compatriotas y propornerles un relato que sea capaz de convocar a los mejores para la tarea de reconstrucción nacional.

Y es evidente que una política de este tipo no puede sino afectar a muchos intereses creados, de modo que la alteración del status quo generará resistencias de quienes viven desde hace tiempo del sistema.

Ahora bien, más allá de este discurso general está ausente un diagnóstico certero de algunos de los problemas más graves que nos afectan como sociedad, y que ponen claramente en riesgo el futuro de España. Es más, no es que no se acierte en la identificación de las causas de esos problemas, sino que en ocasiones ni siquiera son percibidos como tales por nuestras élites políticas.

Así, se echa de menos en el debate público un análisis de lo que implica para el desarrollo de una sociedad de personas libres y responsables el hecho de que estemos a la cabeza de Europa en lo que se refiere a consumo de drogas, y eso que desde hace tiempo se tiene perfecto conocimiento de la relación entre pobreza y patologías sociales.

Lo mismo se puede decir respecto del invierno demográfico que padece España, con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, con el consiguiente envejecimiento de la población y los problemas que ello augura: incapacidad para sostener el Estado del bienestar, desincentivo de la inversión y el riesgo, mayores dificultades para adaptarse a la nueva economía, quiebra de la transmisión de la cultura nacional...

Se dirá que estos problemas tienen un trasfondo cultural, y que poco puede hacer la política en relación con los valores sociales. Aun siendo parcialmente cierto, sí hay margen para la política en estas cuestiones. De entrada, puede dejar de subvencionar aquellos sujetos y comportamientos que generan efectos negativos en estos ámbitos (a modo de ejemplo, y contra lo que nos sugieren los politólogos del partido morado, "la casta" que vive del dinero público no es principalmente la política: sería interesante un análisis serio y con datos de las subvenciones percibidas desde hace lustros por muchos intelectuales de izquierdas, que han hecho carrera ridiculizando la familia, la maternidad, y el resto de los -para ellos- "valores burgueses"). Más aún, debe terminarse con la discriminación fiscal que sufren las familias (¿tiene sentido en un contexto de crisis demográfica que los pañales tengan un IVA del 21%, mientras que muchos otros productos lo tienen del 7%?). No sólo eso, es posible ensayar una política fiscal y social en la que la maternidad (y la familia, que es el ámbito idóneo para ella) esté valorada en todo lo que contribuye al progreso de la sociedad.

Diagnóstico claro, respuestas valientes, y compromiso con el bien común. Esa es la nueva política que, atendiendo a los problemas de la gente, permitirá, en serio, avanzar en la construcción de una mejor España.

Pablo Nuevo es abogado y profesor de derecho constitucional

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