Una marea de visitantes desborda Elcano en Barcelona 18 años después

Tras agotar las 12.000 entradas disponibles, el buque-escuela amplía su horario para permitir más afluencia de público

Visitantes en la cubierta de Elcano, atracado en Barcelona INÉS BAUCELLS

Elena Burés

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«La ilusión que mi marido no llegó a cumplir era la de hacer la 'mili' en Elcano». Este fue el motivo que llevó ayer a Ascensión a visitar el buque-escuela de la Armada española, atracado en el puerto de Barcelona. Ya jubilada –«no tengo prisa»–, esperó en la cola hasta poder acceder a la cubierta. Junto a ella, decenas de personas que aguardaron su turno impacientes, sobre todo, por saber si podrían visitar su interior. Los primeros en llegar, Carolina y Juan Manuel. La pareja contaba ya una hora de espera, cuando por fin subió la pasarela del navío. « Llevaba 18 años sin venir y poder verlo en Barcelona hace especial ilusión », contaba él, mientras ella se afanaba en sacar fotos. Casi al final de la hilera, María José, gaditana, con la intención de reencontrarse con un amigo guardiamarina.

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Son 73 los alumnos que zarparon de Cádiz el pasado 12 de febrero en este 94º Crucero de Instrucción . En total, 231 personas a bordo del Juan Sebastián de Elcano, que permanecerá atracado en la capital catalana hasta el próximo domingo, cuando, antes de emprender destino a Cabo Verde, realizará una pequeña escala en Cartagena.

Elcano a su llegada a Barcelona ADRIÁN QUIROGA

El bergantín-goleta llegó el martes a Barcelona . Entre niebla baja y fuerte viento se dejaron ver sus cuatro palos, Blanca, Almansa, Asturias y Nautilus –nombres de los buques escuelas que le precedieron–. La mala mar frustró la salida de decenas de veleros para recibirlo, pero la borrasca Celia no impidió que centenares de personas se agolpasen en el muelle para visitarlo ayer. Agotadas las 12.000 entradas, el capitán decidió ampliar el horario de visitas para que nadie se quede sin verlo. «Recibiremos hasta la última persona que quiera venir», aseguró el alférez Carlos Ameyugo.

En una cubierta repleta, los futuros oficiales resolvían las dudas de los primeros asistentes. Entre las que más sorprendieron a uno de los guardiamarinas fue la relativa al tratamiento de residuos del barco. La más repetida –por ellos– fue la de cuántas mujeres van a bordo de Elcano. Son 31, de las que cuatro son futuras oficiales, en su tercer año de carrera.

Visitantes en la cubierta de Elcano INÉS BAUCELLS

Las cuestiones técnicas se mezclaban con la curiosidad. «¿Dónde está el retrato del Rey?», inquirió un hombre de mediana edad ya en el puente de mando. El guardiamarina le explicó que en varias estancias.

Ya en la proa, una mujer se arrancó a recitar la 'Canción del pirata' de José de Espronceda, a la espera de que algún voluntario se animase para continuar los versos, pero sin éxito. El deseo de muchos, acceder al interior del buque, también se vio frustrado. Pasillos angostos, gran afluencia y la pandemia lo impidieron.

Entre lo que no vieron los ojos de los curiosos, salas nobles a parte, está el sollado que alberga los camarotes de los guardiamarinas.

El alférez Ameyugo junto a las literas de los guardiamarinas INÉS BAUCELLS

Literas de tres con una cortinilla como única alternativa para tener intimidad, espacio muy reducido –no apto para claustrofóbicos– y una sola taquilla por estudiante para los seis meses de travesía. Cuentan que se adaptaron ya en la Escuela Naval, aunque es inevitable el insomnio por los ronquidos de algún compañero. Hasta el momento, lo más duro de la formación a bordo del buque, explica Joaquín Rivadulla, ha sido el frío. Otros añaden el sueño por las guardias.

Su jornada comienza con clases teóricas –desde derecho marítimo a ciberdefensa–. Una formación que compatibilizan con prácticas en todos los niveles del buque-escuela.

Otra de las estancias que levantan mayor expectación es el fumador del comandante. Espacio diseñado a tal efecto por la antigua prohibición de fumar en cubierta ante el riesgo de incendio de las velas. En sus paredes cuelgan las llaves de las ciudades que ha visitado Elcano: de Buenos Aires a Dublín, pasando por Nueva York y ahora, este emblemático cuarto alberga un elemento más: una bicicleta estática de la que hace uso el capitán del navío.

El fumador del comandante en Elcano INÉS BAUCELLS

Una «escuela flotante», definen algunos, botada un 5 de marzo de 1927 , aunque salió a la mar por primera vez más de un año después para llevar a cabo el que sería su primer crucero de instrucción. Una tradición anual con la excepción de la Guerra Civil, así como por dos intervenciones para su modernización, ya con posterioridad.

La última vez que este buque atracó en Barcelona fue en 2004, con motivo del Fórum de las Culturas. Ahora, 18 años después, realiza el último de los tres cruceros que conmemoran el V centenario de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano (1519-1522). Hasta la fecha, ha recorrido más de dos millones de millas náuticas –unos 3.704.000 kilómetros– y visitado 197 puertos en más de 70 países.

Ofrenda sin autoridades

Entre los actos programados para estos días, la ofrenda a los pies del Cristo de Lepanto que ayer realizaron los guardiamarinas en la Catedral de Barcelona , donde no acudió ninguna autoridad, ni de la Generalitat ni del Ayuntamiento. Sí el presidente de la Cofradía de Pescadores.

Aunque el público podrá seguir visitando el bergantín-goleta hasta el sábado, su tripulación también participará en actividades varias por la ciudad. Entre estas, en el Círculo del Liceo, la facultad de Náutica, o el mercado de la Boquería, donde los dos cocineros del buque y otro chef, Quim Márquez, prepararán varios platos.

Guardiamarinas en la cubierta de Elcano INÉS BAUCELLS

Como parte de su formación, los guardamarinas también deben apuntarse a actividades en la ciudad –si no las escogen ellos, se las asignan­–. Una vez cumplida su guardia, pueden despojarse del uniforme para disfrutar de su tiempo libre. A veces, cuando regresan al barco ­–de paisano-, los visitantes les reprochan que intenten colarse, sin saber que Elcano será su casa durante los próximos seis meses. Una travesía que les llevará a Puerto Rico, Cuba, EEUU, Cantabria y Galicia antes de regresar a Cádiz el 21 de julio.

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