Miquel Porta Perales - El oasis catalán

El lazo

«¿Por qué Torra, incumpliendo la resolución de la Junta Electoral Central, se niega, de entrada, a quitar el lazo de los edificios de la Generalitat?»

Miquel Porta Perales

El lazo amarillo -con la estelada, la vara del alcalde, la linterna del móvil, la consigna o el cántico- forma parte de la parafernalia que crea el ambiente adecuado para la representación del espectáculo independentista. Cada elemento tiene su función. El lazo -además de provocar al Estado, visibilizar la causa independentista y cohesionar al secesionismo- es un desafío que permite -al independentismo- evaluar la correlación de fuerzas propias y ajenas.

¿Por qué Torra, incumpliendo la resolución de la Junta Electoral Central, se niega, de entrada, a quitar el lazo de los edificios de la Generalitat? Porque, necesita retar al Estado -¿cómo reaccionará?- y marcar perfil entre los suyos llegando, incluso, al martirio que sería la inhabilitación. Porque, necesita -por eso recurre a la Sindicatura de Greuges que colabora en la pantomima sin ser competente- mostrar a los suyos que el presidente de la Generalitat únicamente se debe y obedece a las instituciones catalanas y no españolas. Porque, necesita visualizar que existe una administración propia y distinta a la del Estado.

Torra necesita desobedecer para no perder cuota mediática en el mercado de valores del independentismo indómito y así permanecer en el cargo. También necesita desobedecer para «marcar» a una ERC que, al parecer, se mostraba partidaria de quitar los lazos -durante el período electoral- de los edificios oficiales.

Finalmente, la desobediencia le permite medir la temperatura del ambiente independentista: observa la movilización durante el juicio del «proceso» y calcula los efectivos que podría reclutar una vez publicada la sentencia. Por lo demás, hay que añadir que la de Torra es una desobediencia oportunista y tramposa, porque conoce el informe del Síndic con antelación y sabe que -de no obedecer- la inhabilitación llegaría cuando ya no fuera presidente de la Generalitat. Confirmado: sigue la comedia. Nueva pancarta que ratifica al independentismo como maestro consumado del arte del ridículo y las ocurrencias.

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