Gesto

Pedro Sánchez llega a Barcelona y se entrevista con Carles Puigdemont. Un movimiento político para marcar espacio y perfil. El Pedro Sánchez que no quiere ir al Palacio de la Moncloa, sí se desplaza al Palau de la Generalitat. Objetivo: visualizar que mantiene la iniciativa política; ofrecer una imagen institucional y dialogante que le beneficia electoralmente hablando; mostrar que -a diferencia de Mariano Rajoy- él sí se reúne con quien convenga y donde convenga. A ello, hay que añadir que, muy probablemente, se habrá planteado la posibilidad de una abstención de Democràcia i Llibertat -es decir, Convergència- en una eventual investidura del líder socialista.

Por su parte, el Carles Puigdemont que no habla con Mariano Rajoy por ser un presidente en funciones, sí lo hace con el candidato a la investidura -de hecho, aspirante- que es Pedro Sánchez.

Objetivo: brindar una imagen igualmente dialogante e institucional. El encuentro es un gesto -fotografía, si quieren-del cual uno y otro intentan sacar réditos políticos, mediáticos y electorales. Si bien se mira, un encuentro -colaboración, reciprocidad, beneficio- de ayuda mutua. Un experto en comunicación concluiría que la cita sirve para crear un marco mental -una representación- que busca acoger en su seno al ciudadano-elector. Y busca -también- una manera de percibir la realidad -un relato o una narración, diría nuestro experto- que favorezca los intereses de Pedro Sánchez y Carles Puigdemont. Por cierto, ¿qué papel juega el PSC en este gesto o fotografía o artefacto cooperativo?

El marco sociovergente crea -automáticamente- su opuesto. ¿Quizá el PP no aprovechará la ocasión para señalar a un Pedro Sánchez/PSOE que vaya usted a saber qué pacta o acuerda con el independentismo a cambio del apoyo a la investidura? ¿Quizá el PP no sacará provecho del encuentro para recuperar a los votantes perdidos que optaron por un Ciudadanos que va de la mano del PSOE? ¿Se fía Ciudadanos de Pedro Sánchez? Los gestos los carga el diablo.