Teresa Giménez Barbat - Agenda Europea

En defensa de las lenguas comunes

Se echa en falta el argumento más importante para la defensa del castellano en el ámbito español: el valor de integración, cohesión y de vinculación simbólica

Teresa Giménez Barbat
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A primeros de mes, el periódico "El País" en su suplemento en catalán Quadern sugirió proseguir un debate sobre inmersión lingüística que el historiador Joaquim Coll y el lingüista Rudolf Ortega abrieron el año pasado en ese mismo periódico. A un artículo del segundo, “Què és la inmersió lingüística” replicó el primero con otro titulado “Normalitzar, sense pors, el castellà”. La idea, muy encomiable, era conseguir una confrontación de ideas lo menos contaminada posible de ideología.

Joaquim Coll, impulsor de Sociedad Civil Catalana, entidad que se enfrenta al secesionismo, sin discutir que “ el catalán sea centro de gravedad del sistema educativo”, lamentaba que se excluyera del mismo al castellano, y que el nacionalismo hubiera construido una narrativa en la que la presencia del castellano fuera un ataque al catalán.

Rudolf Ortega, entre otras consideraciones, veía en determinados sectores que denuncian esa exclusión una voluntad de perpetuar su “monolingüismo”. Bienvenido sea el debate en una Cataluña donde con la Ley de Educación del 2009 desaparecieron todas las garantías para el castellano. Pero sigue siendo uno donde el objetivo primordial es la defensa de las lenguas autonómicas.

No cabe duda de la riqueza que aportan al acervo cultural, pero se echa en falta el argumento más importante para la defensa del castellano en todo el ámbito geográfico español: el valor de integración, cohesión y de vinculación simbólica que tiene una lengua compartida. Su capacidad de “hacer España”. Igual que sólo “haremos Europa” y lograremos un sentimiento de pertenencia compartida a través de un conocimiento pleno del inglés como lengua común, nuestra lengua compartida es básica, fundamental y su defensa una prioridad.

Puede que como dice el lingüista aún haya 1.200.000 personas en Catalunya que no hablen catalán. Pero si el esfuerzo es a costa de diluir la trama de afectos que consigue el español en 45 millones, no puede salir a cuenta nunca.

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