Artes&Letras / Exposición

Voces que caminan, pasos que hablan

La Fundación Cerezales, que acaba de recibir la Medalla de Oro a las Bellas Artes, exhibe ‘Voces que caminan’, un recorrido en el espacio y en el tiempo por producciones culturales en torno al caminar, el sonido y las expresiones orales

‘World-Wide-Walks between earth & water ICE’, de Peter d´Agostino FCAYC

Bruno Marcos

Caminar y cantar, pasear y dialogar, desde siempre, han sido acciones emparejadas de manera natural que se dan unidas espontáneamente. Conocer el entorno, descubrir el paisaje, son procesos de exploración ligados a cada paso, pasos que se vuelven elocuentes y hablan, que construyen relatos que son a la vez memoria y porvenir.

La línea fundamental de trabajo para la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, que acaba de recibir la Medalla de Oro a las Bellas Artes concedida por el Consejo de Ministros, es la de desarrollar el contexto en el que está implantada. Recorrer su territorio, reavivar el recuerdo, analizar los efectos de la política hidráulica o de la minería y vislumbrar su futuro desde una perspectiva actual y globalizada, han sido actividades enlazadas simbólicamente al acto de caminar; no en vano sus nuevas instalaciones se inauguraron hace casi cinco años con una exposición dedicada a los viajes a pie a través de la naturaleza del artista británico Hamish Fulton. Ahora se presenta, en el pequeño pueblo de Cerezales del Condado (León), ‘Voces que caminan’, proyecto comisariado por Leyre Goikoetxea y Gabriel Villota, que se podrá ver hasta el diez de abril y en el que se reúnen trabajos realizados en torno a la voz y el caminar a lo largo de un amplio espacio geográfico y temporal.

Conecta ámbitos aparentemente alejados como la etnografía y el arte contemporáneo

Arranca la muestra con la visualización del que podría considerarse el primer diario de una mujer viajera, la hispanorromana Egeria, que, partiendo de las tierras leonesas del Bierzo, recorrió toda Europa con destino a Tierra Santa a finales del siglo IV. Se puede ver también, en el Códice Calixtino del siglo XII, el registro de los cánticos que los peregrinos a Santiago de Compostela fueron componiendo colectivamente a lo largo de los siglos. Se exponen, además, una serie de materiales etnográficos relacionados con la zona de la Maragatería y la actividad comercial de los arrieros, basada en el transporte y el movimiento continuo de todo tipo de mercancías; así como de la trashumancia. Todo ello en diálogo con gran cantidad de documentos sobre iniciativas artísticas muy variadas en relación a los paseos, las caminatas o los recorridos que, desde las vanguardias históricas hasta la actualidad, se llevan realizando: las visitas parisinas a lugares poco interesantes de los dadaístas, las derivas sin rumbo fijo de los situacionistas como Guy Debord o diversas performances y acciones de autores como Eduardo Kac, Wodyczko, Esther Ferrer, Westerkamp, Constant Nieuwenhuys, Richard Long, Hamish Fulton o Joseph Beuys, entre otros. Materiales organizados en una estructura diseñada por la artista Carme Nogueira que serpentea por el centro del espacio expositivo haciendo un paralelismo con el arroyo que pasa por el medio del pueblo.

Cabe destacar la choza móvil del pastor, una caja de madera del tamaño de una persona, cubierta con tejado de zinc, dotada de asas y ruedas, que fue usada como refugio hasta fechas recientes y que aparece en la sala como un objeto de uso cargado de un gran sentido simbólico al asociar ese vagar, del que se habla en toda la exposición, a la idea de intemperie y de cobijo. También habría que señalar la videoinstalación de Peter d’Agostino que superpone al ventanal del edificio y la arboleda exterior tres pantallas unidas y suspendidas en el aire en las que se ve al artista caminando por el filo de un iceberg. Es importante, además, la pieza de Yidumduma Bill Harney que liga itinerarios, pintura y canciones desde orígenes ancestrales por ser el núcleo que ha generado el resto de las investigaciones del proyecto, así como las grabaciones sonoras de Alan Lomax en Val de San Lorenzo, Castrillo de los Polvazares y otras zonas.

El conjunto de los variados materiales seleccionados y dispuestos en la sala constituye una contribución más a la consecución de los objetivos de la institución, que lleva tiempo trabajando en proyectos como ‘Los sonidos de la escuela rural. De la escucha activa a la creación colectiva’ de Luis Martínez Campo, becado por la Fundación Carasso, que se realizó en los mismos centros educativos de los pueblos. Impulsos que quieren promover el estudio del patrimonio oral y el sonido como yacimientos de conocimiento y procesos de transmisión de la memoria, no sólo para la conservación de la tradición y el pasado sino como algo vivo. En estas voces que caminan y en estos pasos que hablan se han conectado con éxito ámbitos tan aparentemente alejados como la etnografía y el arte contemporáneo en un relato extremadamente coherente que une pasado, presente y futuro.

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