Incendio en Navalacruz: «Está siendo como la peor pesadilla»

El «miedo» y «frustración» se apodera de los vecinos afectados por el fuego declarado en el municipio abulense, que avanza sin control tras calcinar más de 10.000 hectáreas

Vecinos de la localidad abulense de Robledillo intentan que las llamas no lleguen a sus viviendas EFE | Vídeo: Atlas

H. Díaz / J. Ayuso Santamaría

«Se ha quemado nuestra sierra. Es una sensación horrible. Está todo negro». Con estas descriptivas palabras intentaba trasladar Jesús Martín, alcalde de Solosancho, una de las localidades afectadas por el virulento incendio de Navalacruz , las «horas de pánico, tensión y angustia» vividas desde que la «fortuita» avería de un vehículo en la N-502, probablemente provocada por las altas temperaturas de estos días, haya convertido desde el pasado sábado este bello paraje del Valle Amblés en pasto de las llamas.

Por el momento, el ya calificado como «uno de los más graves incendios» registrados en Ávila y en Castilla y León en los últimos años, ha arrasado más de 10.000 hectáreas –según estimaciones de la Delegación del Gobierno–, con un perímetro que ronda los 40 kilómetros afectados . Declarado entre los términos municipales de Navalacruz y Cepeda La Mora, el fuego era elevado horas después de su inicio a nivel 1 en previsión de que no pudiera controlarse en doce horas. Sin embargo, nadie presagiaba su fatal evolución en las siguientes horas debido fundamentalmente a las rachas de viento, que en algún momento llegaron a superar los 70 kilómetros por hora. La virulencia adquirida por las llamas en la madrugada del domingo obligaba a la Junta a elevar de nuevo el nivel y a ordenar a primera hora la evacuación de las poblaciones de Villaviciosa y Robledillo –anejos de Solosancho–, Palacio de Sotalbo, Sotalvo y Riofrío –aunque estos pudieron regresar a última hora de la tarde–. A mediodía, ya había evacuadas unas 900 personas, «la mayor parte, gente mayor» huyendo de una atmósfera «irrespirable», y permanecían cortadas cinco carreteras mientras las llamas habían acabado con varias viviendas –imposible aún de detallar– y granjas y explotaciones ganaderas, cuyos animales se afanaban en huir junto a sus dueños por carretera o campo a través.

Entre los evacuados se encuentran los padres de Félix Jiménez, propietario de una casa rural en Sotosalvo, quien cree que «esto se podría haber evitado» y defiende que «jamás había pasado algo así». «Intentaré acercarme si me dejan para ayudar en lo que necesiten», señalaba a este periódico.

Como Félix, son muchos los que ayer decidieron quedarse para combatir las llamas con lo que podían. Fue el caso de Inma, vecina de Solosancho, quien confesaba a este periódico como «el miedo y la frustración» se habían apoderado de ella. Según describía, en torno a las 15.00 horas, el fuego llegó a estar «a cinco metros de las primeras casas» del municipio, con varios focos activos: «Están siendo las peores horas de nuestra vida. Es como la peor pesadilla». Explicaba también que en algunos casos estaban siendo «los propios dueños los encargados de regar las fachadas para que las llamas no entraran en los domicilios. Una de esas casas está siendo la mía. Tengo a mi hermano que lleva todo el día intentando que no arda nuestra casa». Otro vecino de la misma localidad narraba también cómo estaba intentando hacer cortafuegos «y retirando maleza y encinas pequeñas que se encuentran cerca de fincas con ganado».

«Todos los medios posibles»

Y es que la rapidez con la que se extendían las llamas hacía escasa toda ayuda, pese al más de medio millar de operarios desplegado en la zona. A última hora de la tarde, el Gobierno regional explicaba que Castilla y León tenía «todos los medios propios posibles» involucrados en la extinción, a los que se sumaban los enviados por comunidades vecinas, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico y la Unidad Militar de Emergencias (con cerca de 200 efectivos y 35 medios destinados en los incendios de Navalacruz y El Raso, el otro fuego importante que afecta también a la provincia, que en la noche de ayer ya descendió a nivel 1).

El principal empeño del operativo, explicaba horas antes el director general de Patrimonio Natural y Política Forestal, José Ángel Arranz , era parar «la cabeza principal» del fuego, que se sitúa al este-noroeste, con varias lenguas en la parte norte derivadas del incendio principal. Preocupaba también la evolución que pudiera tener en la cara sur, debido a que, seguía avanzando sin control, por lo que era imprevisible las afecciones que en las horas próximas tendría en pueblos situados en dicha dirección. «El fuego ha avanzado en su frente de forma desbocada, superando los cortafuegos», admitía el subdelegado de la Junta en la provincia, José Francisco Hernández, recordando que uno de los fines del operativo era «salvar los bienes no forestales que pudiéramos dentro de nuestras capacidades». «Es mucho el trabajo que queda por realizar, pero estamos en las mejores manos», apuntaba agradeciendo el ingente trabajo del operativo, así como la «solidaridad» por parte de las administraciones públicas.

En Riofrío también hubo quien opto por permanecer. Silvia González, propietaria de un establecimiento de turismo rural, fue una de ellas. Explicaba que en torno a las 14.00 horas las llamas comenzaron a entrar por la vega del pueblo aunque luego se frenó «porque cambió el aire». Pese al ingente operativo, la sensación de que había pocos medios era generalizada en el municipio. «Solo hemos visto agentes de la Guardia Civil y un helicóptero. Varios vecinos están peleando para que no se quemen sus propiedades». El subdelegado defendía que «las condiciones muy adversas» podían provocar esa percepción visual de pocos efectivos: «Si no se ha podido parar hasta ahora es porque ha sido materialmente imposible. No porque hubiera falta de medios», concluía.

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