Ignacio Miranda - Por mi vereda

Ni cajas ni cajeros

«Y ahora resulta que los responsables de la entidad van y cierran no ya sucursales, sino cajeros automáticos, como sucede en la localidad leonesa de Hospital de Órbigo, donde la medida ha suscitado indignación entre los vecinos»

D. ARRANZ

Nuestra relación con Málaga se debilitó bastante a raíz del fallecimiento de dos paisanos ilustres allí destacados. Uno es el poeta Jorge Guillén, que vivió y murió en esa ciudad, en cuyo cementerio inglés con diseño de jardín botánico está enterrado. El otro, José Antonio Girón de Velasco, aquel ministro de Trabajo promotor de la Seguridad Social, que se retiró a Fuengirola cuando su brío falangista empezó a resultar molesto en un franquismo de inspiración tecnócrata. El palentino, sin embargo, descansa en el cementerio del Carmen de Valladolid, porque de momento ningún juez del Supremo instruye causa para exhumar a los colaboradores del general enterrado en Cuelgamuros.

Luego, por mor de las fusiones bancarias, vimos cómo EspañaDuero, la caja de vocación regional dentro del tan cacareado músculo financiero, se diluía en Unicaja, la entidad histórica de Málaga, Cádiz, Granada, Antequera, Ronda y no sé si también la tierra de Manolo Escobar, Almería. El toro y río difuminados en el abanico picassiano. Una reconquista bancaria en sentido norte, ocho siglo después de Las Navas de Tolosa, con euros y movimientos políticos en vez de infantería. Y ahora resulta que los responsables de la entidad van y cierran no ya sucursales, sino cajeros automáticos, como sucede en la localidad leonesa de Hospital de Órbigo, donde la medida ha suscitado indignación entre los vecinos.

El dispositivo venía realizando una media de quinientas operaciones mensuales, al ofrecer efectivo tanto a los habitantes del municipio como a los peregrinos que realizan el Camino de Santiago. Aquí atraviesan el gran afluente del Esla, que no es precisamente el Guadalhorce, por el puente del Paso Honroso. El alcalde, Enrique Busto, no oculta su malestar, entre otras razones por ejecutar la clausura del cajero sin previo aviso. Anuncia movilizaciones ciudadanas y recuerda lo que tuvo que apechugar la sociedad española para hacer frente al rescate de las cajas con dinero público. Unicaja, por su parte, defiende la necesidad de la medida por la incompatibilidad de la máquina con las nuevas medidas de seguridad, y propone a los clientes que se desplacen a las oficinas más próximas de Veguellina y Benavides. Desde luego, más cerca que Málaga. Pues nada, el enésimo recorte de servicios en la España rural, sin cajas ni cajeros.

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