Enrique Rivero - Cuando vas al Congreso

Una breve visita

«Los diputados estamos a disposición de quienes precisen entrevistarse con nosotros»

Vista general del hemiciclo en el Congreso EFE

Enrique Rivero

Recibir una visita en el Congreso resulta muy agradable. Y, si los visitantes son personas cuyo esfuerzo y dedicación contribuyeron sustancialmente a la elección de uno, más aún. Por supuesto, los diputados estamos a disposición de quienes precisen entrevistarse con nosotros, mediante los protocolos del grupo parlamentario o bien en nuestras respectivas provincias. Pero si las circunstancias lo permiten y se nos pide, estamos encantados de dedicar una pequeña parte de nuestro tiempo a mostrarles a otros españoles estas dependencias que son de todos, y todos deberíamos conocer.

El amable ujier a quien ya me he referido en otra ocasión por su grata costumbre de referirse a mí como «joven» («el joven diputado», me llamó hace poco, añadiendo después que «todos somos jóvenes») procedió hace unos días a dejar constancia de la visita de cuatro amigos y compañeros palentinos realizando una fotocopia de sus documentos de identidad, para proporcionarles después sendas tarjetas de visita «A + P» y dejarlos en mis manos. Normalmente, durante el periodo ordinario de sesiones, las tarjetas solamente incluyen «A», es decir ampliaciones, y no «P», es decir Palacio, porque las visitas acuden a reuniones de trabajo. Pero considerando el elevado número de nuevos diputados y el natural incremento de visitas de cortesía se está procediendo por defecto a dar la «tarjeta completa» suponiendo con muy buen criterio que se efectuará un recorrido completo.

Durante el mes de agosto, la visita a las ampliaciones no da una idea del funcionamiento del complejo «a pleno rendimiento». Apenas se ve gente por los pasillos, y los ascensores acuden raudos a las llamadas, en lugar de demorarse interminablemente. A pesar de lo cual yo mantengo mi insana costumbre consistente en subir andando los seis pisos divididos en veinte tramos de escaleras, 182 escalones en total, hasta la planta donde tenemos los despachos. Allí, la breve visita citada en el título comenzó saludando al personal de asistencia y a los compañeros presentes, para pasar después a la planta inferior con idéntico propósito y completar así las dependencias de nuestro grupo parlamentario.

Los expertos en la materia –entre los asistentes del grupo hay una verdadera eminencia en el Congreso de los Diputados– pueden dedicar después varias horas seguidas a mostrar a los visitantes todo el completo, detallando su historia e ilustrando su exposición con numerosas anécdotas, extendiendo las visitas a unas duraciones comparables con la trilogía del «Señor de los Anillos» –magistral símil del diputado Marcial Gómez- o la final del Open de Australia 2012 entre Djokovic y Nadal. Los recién llegados nos limitados a un breve recorrido por las salas de comisiones más representativas (la moderna Ernest Lluch, las tradicionales Cánovas, Sagasta y Constitucional y, tras transitar el paso elevado sobre el patio, la más reciente sala Prim) para introducir después a los asistentes al majestuoso hemiciclo donde, invariablemente, se procede primero de inmediato a mirar hacia arriba buscando los «tiros» del día más oscuro de nuestra Democracia. Una breve visita que espero no dejen de realizar algún día.

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