Las ONG duplican el número de personas atendidas durante la crisis sanitaria

Los beneficiarios son sobre todo ciudadanos en dificultades laborales con una situación que recuerda ya a la vivida en 2008

Un voluntario coloca productos en el Banco de Alimentos en Valladolid HERAS

M. ANTOLÍN

Cuando los efectos de la crisis económica de 2008 habían desaparecido prácticamente y el mal sueño había terminado, la llegada de una pandemia que nadie podía imaginar y que ya ha dejado más de 3.000 muertes en la Comunidad ha supuesto también un terremoto económico que ha dejado sentir su temblor en el aspecto social. A partir del día 14 de marzo, cuando el Gobierno dictó el decreto de alarma y el confinamiento de la población para frenar la expansión del virus, los expedientes de regulación de empleo se dispararon con el consiguiente efecto en el trabajo y en los salarios. La situación se tornó muy complicada para muchos hogares que no han visto otra salida que acudir a las entidades sociales para poder cubrir sus necesidades fundamentales . De nuevo, la actividad de las organizaciones no gubernamentales que actúan en estos casos se ha multiplicado, aunque en esta ocasión todo ha sido mucho más rápido, por lo que en algunos momentos se han llegado a ver desbordadas con situaciones que recuerdan mucho a las vividas durante la crisis económica de hace un decenio.

En el caso de Cáritas sólo durante los dos últimos meses —hasta el 21 de mayo— ha ayudado a 17.000 personas . «Hemos llegado al doble y en algunos lugares al triple de lo que estábamos atendiendo antes», asegura el presidente de la entidad diocesana en Castilla y León, Antonio Jesús Martín, quien explica que la situación no es la misma en las ciudades que en el medio rural. «Las más afectadas han sido las personas que tenían una vida normalizada, con un salario que les permitía llegar a fin de mes, aunque no ahorrar », recalca. Y es que la paralización de la actividad económica ha hecho que algunos «se queden sin trabajo» y otros entren en ERTE, «pero muchos todavía no han cobrado ». Por eso, hay quien se ha visto obligado a solicita ayuda urgente «porque no tenían para comer».

Entre 30 y 50 años con hijos a cargo

En ese sentido, la crisis sanitaria ha trasformado también el perfil de los beneficiarios. «La situación recuerda a la crisis de 2008», indica: una mayoría de personas atendidas de e ntre 30 y 50 años con hijos a su cargo que o bien habían conseguido salir de una tesitura complicada tras la depresión económica de hace doce años o bien se encuentran ahora por primera vez en dificultades. También ha cambiado el tipo de ayudas entregadas. Si en los últimos tiempos eran sobre todo apoyos destinados a abonar alquileres o suministros energéticos, durante estos días, tal y como ocurría en 2008, la alimentación ha vuelto a ser una parte fundamental. «Antes si las familias disponían de una pequeña cantidad económica, preferían destinarlo a las necesidades fundamentales como es la comida, pero ahora también necesitan ayuda para eso», señala.

Varias personas esperan para recibir alimentos a las puertas de la sede de Cruz Roja en Valladolid F. HERAS

Y al nuevo aluvión de peticiones, Cáritas le ha hecho frente con sus trabajadores habituales y con nuevos voluntarios jóvenes unidos expresamente durante la crisis sanitaria  —a los más mayores les pidieron que permanecieran en sus domicilios al ser un colectivo de riesgo— que han dado «lo máximo de sí mismos». Además, se ha mantenido la atención presencial, en ocasiones con horario más reducido, y manteniendo todas las medidas de seguridad.

«En algún momento hemos tenido la percepción de estar un poco desbordados, pero hasta el momento estamos dando respuesta». Sin embargo, el futuro no es halagüeño. «Preveo un año complicado . Lo fundamental es que la gente tenga un trabajo para poder vivir y mientras eso no se vaya recuperando, va a ser difícil», indica, antes de asegurar que para que la reactivación se produzca cuanto antes será clave que las ayudas y medidas comprometidas por las administraciones sean «reales», sin demasiadas trabas burocráticas y «flexibles» para que se pueda acoger a ellas el mayor número de personas que las necesiten.

Su experiencia en atender emergencias le ha servido a Cruz Roja para actuar ante la avalancha de peticiones de ayuda en Castilla y León. « Nuestra actuación estos días se ha parecido mucho a lo que hacemos en otras ocasiones para otros países», relata su coordinadora autonómica, Eva María Fernández, quien explica que ha tenido que dar respaldo incluso a otras entidades «que no tenían esa capacidad» y que la acción de la organización no ha sido sólo social, sino que también se ha puesto en marcha su «vertiente sanitaria clásica».

Sin embargo, en los últimos dos meses se han encargado sobre todo de facilitar «ayudas de emergencia» en el contexto de crisis sanitaria. Desde la Junta de Castilla y León se habilitó el teléfono 012 para las peticiones urgentes, que atiende la organización humanitaria con el respaldo de los bancos de alimentos.

Nuevos usuarios

En su caso, también se han duplicado los beneficiarios e incluso el 41 por ciento de las personas «no habían sido nunca atendidas por Cruz Roja». «Nos vimos ante el reto de ayudar a los que ya lo hacíamos más a todos los ciudadanos que lo requerían en este momento», explica. Fundamentalmente, han sido prestaciones de la alimentación y necesidades básicas, pero también «apoyo social» para personas mayores que se vieron confinadas en sus domicilios sin nadie que les pudiera echar una mano.

El perfil de su beneficiario en este último periodo es similar al que atiende Cáritas, personas que acuden por razones económicas, algo que sí recuerda a las ayudas prestadas en 2008, aunque ambas situaciones son «diferentes». «Lo anterior era una crisis estructural y ésta ha sido sanitaria que explotó el 16 de marzo y ante la que ha habido que articular todo un nuevo sistema con mucha seguridad y una transformación digital absoluta en tiempo récord», recuerda Fernández.

«El mes de abril fue el más complicado . Tuvimos picos, como el del día 13, en el que se superaron las 1.300 demandas», un aumento que han afrontado c on el trabajo de 3.000 voluntarios —1.500 incorporados en los últimos dos meses— y el compromiso de la sociedad de Castilla y León y empresas privadas.

De cara al futuro, «todas las previsiones apuntan a que habrá una crisis en el mercado de trabajo y para eso también tenemos que estar preparados», asegura, pero, una vez superado el coronavirus, «también habrá que buscar nuevas respuestas y herramientas más integrales de atención». «No podemos condenar a estas personas a recibir de forma permanente esta ayuda, que es humanitaria» , concluye.

Un trabajo «muy intenso» es el que desarrollan estos días l os bancos de alimentos de la Comunidad. «Estamos a tope», señala su portavoz y presidente de Valladolid, Jesús Mediavilla. Y es que, pese a que en el inicio del estado de alarma repartieron alimentos hasta mediados de mayo, tuvieron que seguir trabajando para apoyar a las entidades que lo han necesitado como Cruz Roja o ayuntamientos que se han visto obligados a recurrir a ellos. «Ya estamos trabajando con normalidad, repartiendo también alimentos perecederos», señala, antes de apuntar que la previsión es que a final de año sus beneficiarios aumenten entre un 40 y 50 por ciento y lleguen a los 90.000. En el caso de la provincia vallisoletana, esperan volver a los niveles de 2008 y pasar de los cerca 16.000 actuales a 24.000.

Por el momento, responden gracias a las donaciones que han ido recibiendo con motivo de la nueva situación, pero necesitarán más. «Ya estamos diseñando alguna alternativa similar a la gran recogida pero adaptada a las circunstancias», indica Mediavilla, ante un futuro incierto. « Esto no acaba aquí, en los próximos meses tendremos que seguir ayudando a gente» , resume.

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