Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Castilla no está de moda

«Rufián, Assange y Piqué quisieran ser Padilla, Bravo y Maldonado, pero ni la épica, ni la historia se les acerca»

GUILLERMO GARABITO

Hablar de Castilla está de moda. Y eso que Castilla y los castellanos nunca han sido una novedad. Esta tierra únicamente tiene una sobria elegancia que tiende a pasar desapercibida durante largos periodos, casi siglos. Porque la elegancia es algo atemporal a diferencia de las modas. Y esto lo sabían Azorín y Machado y León Felipe. Pero no Gabriel Rufián, claro, que va al Congreso a proclamar «¡Viva Castilla libre!» como si hubiera descubierto el Nuevo Mundo. Y después se vuelve a sentar tranquilo.

Rufián como un neocomunero plurinacional. Un libertador de la nada, porque Castilla hace mucho que es libre y de su libertad «se hizo España». «Nosotros decimos sin ningún tipo de problema ¡Viva Castilla libre!», soltó en el Congreso. A Rufián, León le da lo mismo, tanto como Castilla o Cataluña en verdad.

Hasta ayer la plurinacionalidad de España era una cosa que sólo les ocurría a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias, y entre ellos se entienden. La plurinacionalidad como una psicopatía por diagnosticar. Y digo lo de la psicopatía porque quizá las naciones que quieren imponer algunos políticos están más en su cabeza -y en su bolsillo- que en ningún legajo histórico o linde fronteriza.

Gabriel Rufián ahora quiere ser comunero. O cualquier otra cosa con tal de no ser charnego. Un neocomunero al que las libertades le son indiferentes. Un comunero del siglo XXI, de esos blanditos que el hacha -o dejar la nómina del Congreso que le pagamos los españoles- les da «pereza». Defiende el de ERC también una Andalucía libre. ¿Libre de qué? Ya la reconquistaron Isabel y Fernando, oiga. Como no sea libre de olivos… Y Castilla, por ende, de encinas.

En esta tierra somos austeros y parcos no porque queramos trabajarnos una coartada para decir que no tenemos más porque nos roban, sino porque nos va en el carácter.

Rufián, Assange y Piqué quisieran ser Padilla, Bravo y Maldonado, pero ni la épica, ni la historia se les acerca.

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