Casi una de cada tres víctimas del Covid-19 ha fallecido en su domicilio

Más de 1.300 muertos de 4.000 registrados en Castilla y León estaban en casa

El perfil mayoritario: personas mayores, con múltiples patologías previas y dependencia

Cementerio de Ávila ICAL

ISABEL JIMENO

Saber la cifra real de fallecidos que el Covid-19 ha dejado ya es una de las grandes dudas, incógnitas y demandas de la sociedad, consciente de que la estadística oficial que ofrece el Ministerio de Sanidad basada únicamente en las defunciones en los hospitales queda lejos de la realidad . Los datos globales de mortalidad en lo más duro de la pandemia que elevan notablemente la letalidad media en España y la actividad registrada por los servicios funerarios, que en los días más aciagos no daban a basto, son parte del reflejo del cruel virus .

Yes que no sólo en los hospitales han perdido la batalla muchos de los que han luchado contra este desconocido virus, letal para unos y sin síntomas para otros –2.067 en la Comunidad–. En las residencias de mayores y personas con discapacidad, este coronavirus se ha demostrado también especialmente cruel: en Castilla y León, 1.498 víctimas con Covid-19 confirmado, 800 cuando estaban ingresadas y casi 700 en los propios centros, además de otras más de 1.100 que perecieron con síntomas compatibles con la enfermedad.

Pero ni siquiera sumando esos dos guarismos la estadística está completa. Falta una tercera pata para que la negra estadística no cojee. También hay a quien la muerte se lo llevó en el seno de su hogar. Y los datos que ofrece la Junta de Castilla y León sobre mortalidad por Covid-19 en base a las bajas en las tarjetas sanitarias arrojan una cifra nada desdeñable. De hecho, casi una de cada tres víctimas que ha dejado ya esta enfermedad pereció en el seno de su hogar. De los más de 4.000 decesos atribuidos a este virus la Comunidad, más de 1.300 no se computan ni en hospitales ni en geriátricos, por lo que se ha producido en los domicilios .

Falta de autopsias

«Historias y perfiles diferentes» hay detrás de todas esas víctimas del Covid-19 que murieron en su piso, señala Eduardo Lamarca , presidente de la Sociedad Castellana y Leonesa de Medicina de Familia y Comunitaria (Socalemfyc) , quien lamenta que las cifras y realidad dejada ya por el coronavirus no se podrán conocer con exactitud pues faltan las autopsias de esas primeras semanas aciagas en las que ni daba tiempo ni las incertidumbres sobre las posibilidades de contagio lo hicieron inviable. Pero, apunta, lo más «probable» es que la mayor parte de esos decesos en casas sean gente muy mayor, con múltiples patologías previas y gran dependencia, para quienes este virus fue otra bala disparada contra su delicada salud. Su familia decidió «cuidarlas» en su hogar y el traslado al hospital no aportaba mejoría, como ocurre también en otras circunstancias. «Hay personas que prefieren morir en su domicilio» , ha señalado en más de una ocasión la consejera de Sanidad, Verónica Casado. Médico de Atención Primaria de profesión recuerda que cuando llevaba la bata y antes de la pandemia ha tratado con pacientes que optan por pasar el último tramo de su vida rodeados de sus cosas y los suyos.

«También se han visto casos de gente que estaba fuera del sistema de dependencia» , en ocasiones porque reniegan de tener un control médico. A veces, teniendo que abrir la puerta y encontrar a alguien que llevaba «fallecido varios días», apunta Lamarca. Y personas a las que, pese al seguimiento domiciliario y su sintomatología en principio leve, este enrevesado virus de múltiples caras se les complicó de tal manera que la muerte le sobrevino prácticamente de un día a otro. En el recuerdo, Isabel Muñoz , la médico de La Fuente de San Esteban (Salamanca) , quien falleció en su casa, donde estaba en seguimiento con síntomas de Covid-19 y se convirtió en la primera profesional sanitaria de Castilla y León a quien el virus se llevó por delante.

Bastante complicado

Pero hay muertos de cuando no se hacían autopsias obligados por las circunstancias que «no sabremos de qué fallecieron»exactamente, insiste Eduardo Lamarca. Por eso ve las cifras «un tanto oscuras» y considera «preocupante» que en ocasiones se haya atribuido la muerte al Covid-19, cuando en realidad sólo puede haber sido un factor más y no la causa directa en esos pacientes ya ancianos y con pluripatologías acumuladas. «Tristemente, no podemos afirmar que todos hayan sido por coronavirus» , lamenta a la vez que explica que si una persona había dado unos días positivo en la PCR –la prueba de detección molecular que muestra el virus cuando está activo– antes de morir, ya se le considera víctima del coronavirus, aunque hubiera perecido sin él «igualmente».

Advierte también de que el «miedo ha podido» en ocasiones más y «la gente no ha llamado al sistema» y que esas cifras pueden estar influidas también por la situación de «incertidumbre» y confinamiento.

En la pena también que sobre todo en los semanas de mayor presión, el contacto con los pacientes fue «súper limitado» y que «ha sido imposible» aplicar los cuidados paliativos que habitualmente se dan a domicilio en personas que afrontaban la irremediable recta final en la carrera de su vida. Ni el consuelo a la familia para preparar y pasar el duelo, regular la medicación para paliar el sufrimiento... «Es parte del trauma », apunta Lamarca.

«Se ha tenido que asistir a los casos ni a un diez por ciento de las capacidades que teníamos antes» , señala el presidente de Socalemfyc, pues las circunstancias incluso han limitado las maniobras de reanimación. «Todo ha sido bastante complicado», con la distancia social de por medio, sin familiares, con los trajes de protección –EPI–. Sin olvidar, señala, «que no había tiempo ni personal» y que la vía telefónica que ha imperado tiene su «utilidad, pero también limitaciones».

Más comunicación

Para las profesionales también ha supuesto «bastante ansiedad y estrés», reconoce el presidente de la Sociedad Castellana y Leonesa de Medicina de Familia y Comunitaria. Y con la sensación de que «siempre hay casos en los que piensas que se podía haber hecho mucho más». En ocasiones, recuerda, con herramientas «insuficientes». «Pero era lo que había y nos hemos adaptado lo mejor posible a la situación» , añade Lamarca. Resalta la «unión» entre compañeros, pero en el pesar, la falta de mayor coordinación y comunicación entre asistencia hospitalaria, atención primaria y extrahospitalaria.

Aunque desde Socalemfyc inciden en poner en cuarentena los datos de las víctimas del Covid-19, las muertes en domicilios se han dado y no en una cifra menor. Es muy superior a la de las muertes registradas en las camas de los propios geriátricos, puestos en el punto de mira y las denuncias en esta pandemia –algunas ya archivadas–. En las residencias ha perecido unas 700 personas con Covid-19 confirmado. A las que sumar otras 800 que lo hicieron tras ser trasladadas a un hospital y que tampoco fue suficiente para que superaran la enfermedad. En total, en los más de 1.200 centros de carácter residencial han perdido esta batalla cerca de 1.500 ancianos, a los que hay que añadir otros 1.100 que dieron su último adiós con síntomas compatibles con la enfermedad, según los datos de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades.

Cierto es que los hospitales son los lugares que mayor mortalidad acumulan y algo más de la mitad de los fallecidos por este coronavirus en Castilla y León habían requerido ingreso. En los últimos días la cara más negra de esta pandemia da una tregua e incluso se acumulan jornadas consecutivas sin añadir nuevos duelos, pero ya son 2.067 las personas que han perecido en un centro hospitalario de la Comunidad .

En total, según los datos de la Consejería de Sanidad, en Castilla yLeón han perecido víctimas del Covid-19 4.068 personas desde mediados de marzo. Incluso antes de que se decretase el estado de alarma –entró en vigor el 15 de ese mes–, la Comunidad ya anotó su primera víctima por este coronavirus: un hombre de 81 años con patologías previas ingresado en Salamanca. Las muertes por coronavirus suponen casi una de cada cuatro de las más de 16.600 defunciones registras a lo largo de este tiempo.

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