Antonio Piedra - No somos nadie

+ carnecilla

«No puede haber autonomías de primera o de segunda, que el concierto económico vasco vulnera el principio de igualdad fiscal y que la integridad territorial es intocable constitucional y jurídicamente hablando (...)»

Antonio Piedra

En Castilla y León llevamos días -mejor dicho, los últimos años-, jugando al cupotrás. Este juego del cupotrás -un vasco enseña la puntica del cuponazo, y un castellano y leonés responde con un trastrás- le encantaba a Óscar López . El inventor del «puro cambio» perdía la bicicleta en la Cortalaire de mi pueblo en cuanto Patxi López le guiñaba el ojo con el Cupo. Le faltaba tiempo para acudir a la cita de Ajuria Enea a lo Juan de la Torre que le baba le corre. Así, como si en Castilla y León no tuviéramos derechos históricos para detener a un tren de alta velocidad. Rara es la ciudad o villa grande con ferias que, desde el medievo, no ostente privilegios para regalar algunos cientos y cambiar las reglas del cupotrás.

Quién lo diría, pero ahora mismo es el señor Rajoy y el señor Alonso al alimón, y en diálogo permanente con PNV, quienes desde el Gobierno nos dicen a los castellano y leoneses que nada más sano y beneficioso para nuestros intereses históricos y democráticos como jugar el cupotrás. De inmediato ha saltado a la palestra Juan Vicente Herrera, que no está para juegos, diciendo que no. Lógico. Como burgalés que es, sabe de sobra los derechos históricos, los foros, las prebendas y regalías que asisten a una ciudad como la suya. Y como Presidente de Castilla y León siempre ha defendido que el cupo vasco -por muy citado que esté como disposición adicional en la Constitución- es un bofetón propinado en las cuentas de los ciudadanos, en la democracia, y en la igualdad de todos ante la ley. Un embolado histórico y financiero que produce urticaria en Europa.

Y esto «seorías» -así llama Rajoy desde el estrado del Congreso a los padres de la Patria que pagamos religiosamente todos los meses- no hay político ni ordenamiento jurídico ni comprensiones históricas que valgan. Recuerda a esas etapas de la posguerra española cuando el hambre se distribuía por barrios . En una ciudad andaluza vivía una muy amiga mía que, de buena familia, tenía una sirvienta jovencilla y sumisa. Eran tan celosos de sus privilegios históricos que también jugaban al cupotrás. Cuando había melón de postre, guardaban distributivamente las pipas para la pobre muchacha. Hasta que un día la mucama se armó de valor y lo soltó: «Señorita, que a mí también me gusta la carnecilla».

Eso mismo reclamamos ahora los castellanos y leoneses con el cupotrás: que del melón también nos gusta la carnecilla. Así que servidor de ustedes -una servicienta del columnismo provinciano- digo hoy aquí en ABC lo que escribí el 15 de julio de 2012: que no puede haber autonomías de primera o de segunda , que el concierto económico vasco vulnera el principio de igualdad fiscal, que la integridad territorial es intocable constitucional y jurídicamente hablando, y que el sistema autonómico forma parte esencial del «Estado del Bienestar» . Queremos + carnecilla.

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