Antonio Piedra - No somos nadie

Calma y calentón

«En la Caja Mágica de Madrid el gallego es como el ruiseñor de los tonos olímpicos: «citius, altius, fortius», o sea, el más rápido, el más alto, el más fuerte»

Antonio Piedra
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Hoy domingo, como en el Quijote, «paciencia y barajar». Fuera de Trump, que ya cansa tanto como quien anda y anda y no encuentra caballo, en la Meseta sólo nos resta estar pendientes de la calma y el calentón. Con este fin se han desplazado a la Capital del reino muchos castellanos y leoneses para participar en la balsa de aceite del congreso nacional del PP o en el calentón asambleario de Podemos. Allí se encuentran los más templados en cordura y los más destemplados en ventura. Para que luego digan que cuando surgen grandes problemas nacionales no se movilizan los políticos para resolverlos.

La calma de los populares es tan idílica y tan rigurosa que a un servidor, que vive de la literatura desde que tiene uso de razón, le recuerda a aquellos versos maravillosos de Shelley al hablar de Orfeo: «Ni el ruiseñor osara introducir su nota». Rajoy en este congreso no tiene competencia ni incompetencia.

En la Caja Mágica de Madrid el gallego es como el ruiseñor de los tonos olímpicos: «citius, altius, fortius», o sea, el más rápido, el más alto, el más fuerte. Todo lo demás se reduce a gestos y peloteo sobre el tendido: ver cómo saluda a Herrera -la gran incógnita del evento-, cómo se la envaina Cifuentes -la pájara tikling de las propuestas al cesto-, o cómo se es parco en palabras hasta conseguir la naturalidad del Tao. Oh noción sin nombre de las cosas.

El calentón de los podemitas se resume en ferocidad como acto de exterminio: «quien toma la espada, a espada morirá», se lee en Mateo 26, 52. No hay otro camino posible: que Lenin padre, Stalin hijo, y Francisco I espíritu, les pille confesados. De estos marxistas de comida a la cubana o de cena a la venezolana -de la merienda argentina ni hablo aquí-, sólo esperamos hoy domingo lo que ellos mismos vienen anunciando con las espadas en alto desde que en política se inventó el término guillotina: que Iglesias descabece a Errejón de un tajo, o que Íñigo se zampe a Pablo de una asentada como se viene haciendo en todo guerra fratricida: quien corta el paño, le corta la cresta al gallo. Lo demás pura metáfora: Vistalegre venceremos.

Así que ya veremos hoy, que dijo el ciego. Bueno, tampoco nos hagamos demasiadas ilusiones porque a la vista está: las elecciones se aproximan como el colibrí a la melaza. O vamos a ellas con la calma natural del PP, o con el calentón trepidante de Podemos. Lo único cierto es que de aquí no saldrá ninguna medida para ilusionar al ciudadano. Ayer mismo, en una magistral viñeta de humor, lo resumió JM Nieto en ABC. Aparecía una apenada familia dando sepultura a su ser querido y, claro, también el cura bajo esta leyenda: «con el tiempo, el impuesto de sucesiones obligó a ampliar el responso: cenizas a las cenizas; polvo al polvo, la hacienda a Hacienda». A tomar por culo. Qué vergüenza, qué legal latrocinio, señor@s.

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