Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Amor de alcalde

«Si a todos los que alguna vez hicimos botellón con los amigos nos hubiera cazado la policía hoy las arcas estarían rebosantes de euros»

Guillermo Garabito
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El amor de madre mal entendido es una señora justificando que su hijo, drogado, condujera un autobús lleno de críos y lo volcara porque «tomó cocaína el viernes, como cualquiera». También los hay que beben dos copas de champaña antes de desayunar como Kate Moss. Y Charles Aznavour que lo acompañaba con ostras, a las nueve de la mañana. Coco Chanel sin embargo reservaba las burbujas para ocasiones más solemnes: «Sólo bebo champagne en dos ocasiones. Cuando estoy enamorada y cuando no lo estoy». Pero estos tres últimos no conducían autobuses.

No se puede beber champán de botellón.

El amor de alcalde mal entendido es decir que no hubo botellón en un parque un fin de semana cualquiera porque no hay denuncias de la policía por beber en la vía pública; como si fuera sinónimo de algo.

Y quién sabe si en verdad lo hubo o no. Si a todos los que alguna vez hicimos botellón con los amigos nos hubiera cazado la policía hoy las arcas estarían rebosantes de euros y de padres con reproches. Tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza como si esto, lo del botellón digo, sólo ocurriera desde que gobiernan Puente y compañía en Valladolid. Que sea en el Campo Grande o en Las Moreras es similar al ciclo de los bares. Unas temporadas lo llenan unos y al año siguiente la gente vuelve a beber en los otros. Los botellones en el Campo Grande no son una novedad de la semana pasada. El amor de alcalde mal entendido es no ver esas cosas que se ven cuando se está en la oposición y se critican. Mientras, desde el PP piden a Puente que «no niegue la evidencia». Y que ataje ese tipo de concentraciones, que debe de ser eso del doble rasero. Ya lo intentaron ellos mientras gobernaban, sin éxito.

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