Carlos Ochoa se queda sin puerta grande por culpa del presidente

Gran bronca a la máxima autoridad en la plaza de toros de Villaseca por no conceder la segunda oreja al madrileño

Carlos Ochoa, este domingo en Villaseca de la Sagra Alejandro Lara Ripiero

SALVADOR RUIZ

Probablemente, Pedro López Becerra no había recibido una bronca tan ensordecedora como presidente de una plaza de toros hasta este domingo. En la última novillada del certamen «Alfarero de Oro» de Villaseca de la Sagra, con seis ejemplares de Baltasar Ibán bien presentados, codiciosos y que empujaron en el caballo, los aficionados que llenaron más de tres cuartos de las gradas pitaron con ganas a López Becerra por no conceder a Carlos Ochoa la segunda oreja de su primer ejemplar.

El madrileño había firmado, seguramente, la mejor faena de la feria. Para empezar, el novillo «Camerito» se arrancó en la suerte de varas desde el centro del ruedo y empujó con fuerza al caballo. Luego Ochoa le citó de largo en el comienzo de la faena, el novillo respondió y se pudo ver dos series de derechazos sensacionales con temple y mando. Con la izquierda logró también una buena serie.

Después, una estocada volcándose hasta la bola, aunque un pelín desprendida. La plaza se llenó de pañuelos solicitando las orejas. Pero el presidente solo concedió una, por lo que escuchó una atronadora pitada. El madrileño se tuvo que conformar con dar tres vueltas al ruedo.

El último de la feria, que también se arrancó de largo al caballo y que correspondió a Ochoa, recibió un gran puyazo de Marcial Rodríguez , picador de Cabañas de la Sagra (Toledo). Luego Ochoa brindó la muerte del toro a la banda de música municipal, que ha amenizado muy bien el certamen con sus pasodobles. Al excelente novillo Ochoa lo toreó con ambas manos, bajando la muleta muy bien y llevándolo muy toreado. Necesitó tres pinchazos y un descabello para acabar con el último de la feria. Un aviso, a pesar de lo que dio otra vuelta al ruedo. Después sonó una estruendosa bronca para el presidente por parte del público.

El último cartel de la feria lo había abierto el cacereño Alejandro Fermín , quien recibió a su primero con aseadas verónicas y medias. El novillo recibió muy mala lidia. No obstante, Fermín le trasteó bien al iniciar la faena y continuó por derechazos pero sin mando, que era lo que requería la codiciosa embestida del bruto. Fermín presentó la novedad de matar con la izquierda y lo hizo mal. Después de varios intentos sin cruzar, escuchó dos avisos.

En el segundo dio buenas verónicas de recibo. Faena valerosa, cruzándose al pitón contrario y logrando algún buen muletazo ante un novillo quedado. Mató de una estocada casi entera y, cuando el novillo doblabla, escuchó un aviso por orden del presidente. Recibió aplausos.

Rafael González , oriundo de Mora de Toledo, basó su laboral con la franela a su primero en derechazos sin clase y con bastantes enganches. No estuvo a la altura de la embestida del ejemplar de Baltasar Ibán. Una estocada entera, trasera y caída dio paso al silencio del respetable.

En el quinto, el moracho se lució llevando al novillo con capotazos decentes por detrás al caballo. Comenzó su faena toreando de rodillas y sufrió un achuchón sin consecuencias. Buenos naturales y derechazos en la media distancia. Estocada tendida y trasera, y su labor, incomprensiblemente, fue silenciada. Luego el presidente de la plaza armó el taco con Ochoa.

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