Rafael Santandreu: «La plena salud mental implica convencer y no imponer»

El prestigioso psicólogo presenta este martes, a las 19.00 horas en la Librería Taiga del centro comercial Luz del Tajo de Toledo, su último libro, «Nada es tan terrible», después de vender más 750.000 ejemplares de sus obras

El psicólogo Rafael Santandreu, autor del libro «Nada es tan terrible»
Mariano Cebrián

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«El arte de no amargarse la vida», «Las gafas de la felicidad» y «Ser feliz en Alaska». Si usted conoce estos títulos, es que sabe quién es Rafael Santandreu . Si no, lo mejor que puede hacer es acercarse este martes, a las 19.00, a la Librería Taiga, en el centro comercial Luz del Tajo de Toledo, donde el prestigioso psicólogo catalán presentará a sus lectores su último libro, «Nada es tan terrible. La filosofía de los más fuertes y felices» (Grijalbo). Después de vender más de 750.000 ejemplares con sus anteriores obras, ahora vuelve con lo que algunos han definido como «el manual de autoterapia más completo basado en la psicología cognitiva».

Cataluña, su lugar de nacimiento, no pasa ahora por su mejor momento. ¿Se podría aplicar allí el título de su último libro?

En Cataluña, en el resto de España y del mundo. La plena salud mental implica convencer y no imponer, ya que uno sabe que el amor es la gran fuerza motriz del ser humano. Pero la gente de a pie también impone mucho: a su pareja, a sus amigos, etc.

Usted propugna en su libro «la filosofía de los más fuertes y felices». ¿No es un poco ambicioso este subtítulo?

La psicología cognitiva estudia la filosofía de personas como Stephen Hawking, el científico en silla de ruedas. A pesar de estar casi 50 años completamente paralizado, se convirtió en un gran científico y, sobre todo, en una persona muy feliz. Conocer a fondo a esas personas es una estrategia de investigación muy fértil.

Portada del libro

¿Se incluye usted dentro de los más fuertes y felices?

No, pero cuando descubrí la psicología cognitiva, hace 20 años, mi vida dio un giro maravilloso: perdí casi todos mis miedos. Y puedo decir que cada año soy más feliz.

El hombre lleva buscando la felicidad desde la época de los filósofos clásicos. ¿No cree que es una tarea ingente?

Los precursores de la psicología cognitiva fueron precisamente los filósofos estoicos y, desde entonces, ese tipo de filosofía es para muchos la auténtica joya de sus vidas.

La pobreza, una mala situación laboral, las relaciones personales fallidas o las enfermedades son algunas de las adversidades. ¿Se puede ser feliz viviendo alguna de estas situaciones?

Por supuesto. En mi libro entrevisto a un joven que conocí en la cárcel Modelo de Barcelona. Fui a dar una charla allí y me encontré a un hombre que había aprendido a ser feliz allí: sin casi nada.

Aun así, cada vez sufrimos más ataques de ansiedad producidos por estas situaciones. ¿Cuáles cree que son las principales herramientas de las que disponemos para lograr la felicidad?

Tienes que darte cuenta de algo que ya dijo el filósofo Epicteto: «No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede». Si te deja tu pareja y te deprimes, no es por ese hecho, es por lo que te dices: «¡Soy un desgraciado!»; «Nunca encontraré otro amor».

¿Deberíamos alejarnos de las personas y de las relaciones tóxicas de las que habla en su libro?

Es imposible alejarse de todas las personas difíciles porque todos los somos. Es mucho mejor aprender que se trata de niñerías sin importancia y que podemos esquivar la mayor parte de las neuras de los demás.

¿Hay personas que son más proclives a ser felices? ¿Y esa predisposición a la felicidad es congénita o se adquiere cultural o socialmente?

Somos como el resto de animales: tenemos una gran capacidad de ser felices, pero nosotros podemos adquirir neuras desde muy pequeños fruto de creencias irracionales, de un diálogo interno erróneo o de una vida antinatural.

Los niños son los más moldeables para la adquisición de conocimientos y actitudes ante la vida. ¿Deberíamos preocuparnos mucho por el entorno y los valores en los que se están criando?

La sociedad de la opulencia en la que vivimos necesita de mucha inteligencia emocional. Cuando más tenemos, cuántas más posibilidades, más control mental se requiere.

Entonces, ¿qué es lo que hacemos tan mal?

La sociedad nos transmite una gran «necesititis», la creencia de que necesitamos mucho para estar bien: estudios, una casa en propiedad, pareja, estar delgados, ser extrovertidos, tener muchos amigos, haber viajado... y diez mil cosas más. Sin embargo, lo único que necesitamos es el agua y la comida del día.

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