«Mazapanoir»

Domingo Villar: «Nadie escribe para hacerse rico, sino por la necesidad de contar historias»

El autor gallego de género policíaco ha presentado este miércoles su tercera novela, «El último barco», dentro del Festival de novela y cine negro-criminal de Toledo «Mazapanoir»

El escritor gallego Domingo Villar viene a Toledo a presentar su tercera novela, «El último barco» Ignacio Gil
Mariano Cebrián

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Lejos de Toledo y de Madrid, la ciudad donde reside el escritor Domingo Villar (Vigo, 1971) , se encuentra la parroquia de Tirán, perteneciente al municipio pontevedrés de Moaña, justo en frente de Vigo. Allí es donde desaparece Mónica Andrade y donde transcurre gran parte de la última historia de la saga del inspector Leo Caldas, «El último barco» (Siruela) . Esta es la tercera de las obras del autor gallego, algo que le ha servido para afianzarse como uno de los referentes del género policíaco en España y a nivel internacional. Este miércoles estuvo en el salón de actos de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, para presentar su novela dentro del Festival de novela y cine negro-criminal de Toledo «Mazapanoir»

Uno de los principales ingredientes de sus novelas es su «terra galega» y, más concretamente, su Vigo natal y sus alrededores, a pesar de que reside en Madrid desde hace tiempo. ¿Responde ese regreso literario a su tierra a la morriña o el ambiente de Galicia es esencial para sus historias?

Tiene que ver con ambas cosas. Por un lado, escribir sobre mi tierra me permite estar de vuelta y, por otro lado, es que no me imagino un escenario mejor para ambientar una novela policíaca que una tierra sinuosa, una costa llena de recovecos, con una frontera próxima, con una gran ciudad, con aldeas pequeñas, con un puerto inmenso por el que puede entrar cualquier tipo de mercancía, ... En fin, si uno cierra los ojos e imagina un escenario ideal para ambientar una novela negra, recrearía algo parecido a Galicia.

Entonces, el protagonista de sus novelas, el inspector Leo Caldas, no saldrá de su Vigo natal, no como usted.

Bueno, no tiene pinta. Mientras el Cuerpo Superior de Policía no le destine a otro lugar, tendrá que resignarse y seguir trabajando en Vigo.

Su última novela, «El último barco», ha tardado diez años en ver la luz. ¿Por qué tanto tiempo?

Uno sabe cuándo empieza a escribir, pero desconoce cuándo va a terminar. Además, cuando se termina, se corre el riesgo de releer lo escrito y pensar que puede ser mejorable. Esto es lo que me pasó a mí, que tuve que volver a reescribir mi historia, y todo ello acompañado de una peripecia vital, como fue la pérdida de un familiar, lo que me llevó a estar en un lugar distinto emocionalmente a donde estaba antes. Ahora tengo la serenidad de saber que he escrito una novela que se parece a la que yo había deseado.

En cualquier caso, creo que ha merecido la pena esperar, ya que su novela va por la novena edición. ¿Se esperaba un éxito de tal magnitud?

Es difícil medir el éxito de un libro. Una cosa son los ejemplares vendidos, pero nadie escribe para hacerse rico, sino porque tiene la necesidad de contar historias. Para mí, el éxito importante es mirarse al espejo y encontrar honestidad al otro lado. Aun así, no cabe duda de que el respaldo de los lectores me anima a seguir adelante y me permite poder hacerlo con tranquilidad, ya que tenía miedo que muchos de ellos se hubieran olvidado ya no sólo de mí sino también de los personajes de mis novelas. Pero la respuesta ha sido espléndida.

En esta última historia Leo Caldas investiga la desaparición de Mónica Andrade, profesora de cerámica en la Escuela de Artes de Vigo e hija de un importante cirujano. Lejos de escenas trepidantes, la novela se detiene más en el análisis de los hechos y en la investigación, así como en la intrahistoria de cada personaje. Aparte de constatar que no le gustan mucho los tiros, ¿cuáles son sus referentes estilísticos dentro del género?

Yo entiendo que las novelas han de contar unos hechos determinados, pero a mí me interesa más lo que le sucede a la gente por dentro que por fuera. Hay un trama policial que articula la historia, que es la búsqueda de Mónica Andrade, pero más allá de eso lo que busco son las relaciones personales entre los distintos personajes y cómo ello va construyendo un parapeto sobre el que colocar la narración.

Leo Caldas colabora con un programa de radio que dirige un periodista con el que tiene sus más y sus menos por el exceso de amarillismo. ¿Cuál cree que debería ser la forma de actuar de los medios de comunicación en un caso como la desaparición de Mónica Andrade u otros hechos que investiga la policía?

Es difícil saber dónde colocarse. No cabe duda de que los medios de comunicación pueden aportar una ayuda importante para el esclarecimiento de un caso, sobre todo cuando se busca a un desaparecido. Pero también, como sucede muchas veces, se corre el riesgo de dar un paso más allá y de convertir el dolor de la gente en un circo mediático, lo que tiene un efecto contagioso por la lucha de las audiencias, donde todo vale.

Parece que en los últimos años hay un boom de la novela negra y policíaca en la literatura española. ¿Cómo definiría el estado de salud actual del género?

Es bueno y, además, hoy en día la novela negra ocupa el lugar que en otros momentos de la historia ocupaba la novela de caballerías o la de capa y espada. Es la novela épica de nuestro tiempo, pero también es un cajón de sastre en el que caben cosas muy diversas, ya que puede ser cómica, costumbrista, de personajes o un thriller en el que casi no se ahonde en la personalidad de los protagonistas. Además, creo que hay mucha más novela negra que la que se señala en las librerías, ya que muchas obras literarias tienen que ver con el esclarecimiento de un misterio, que pueden tener como protagonista a un policía o no, y con el hecho de querer atrapar la anteción del lector, algo que resulta más fácil con la investigación de un crimen.

Aparte de la investigación policial, Leo Caldas tiene que hacer frente en esta historia nuevos altibajos en su vida personal. ¿Ha perdido su último barco?

Esperemos que no. Donde está es en ese momento tan duro para un adulto en el que los padres dejan de ser un refugio para convertirse en un motivo de preocupación, algo que Leo Caldas asume con dignidad. Pero es claro que la relación con su padre está en un último barco.

¿Tardaremos otros diez años en conocer una nueva historia de Leo Caldas?

-Como se dice en mi tierra, estará cuando esté. Estoy trabajando y he empezado a documentarme, pero no tengo ningún compromiso ni con los editores ni conmigo mismo, así que no me marco plazos, aunque espero que sea pronto, pero no lo puedo garantizar.

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