Antonio Illán

Cevantina, ¡canela fina!

Ron Lalá triunfa con su humor en el Auditorio «El Greco»

Antonio Illán
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Título: Cervantina. Autor: Sobre textos de Miguel de Cervantes. Dirección: Yayo Cáceres. Compañía: Ron Lalá y Compañía Nacional de Teatro Clasico. Intérpretes: Juan Cañas, Miguel Magdalena, Álvaro Tato, Daniel Ravalher e Íñigo Echevarría. Escenografía y atrezzo: Carolina González Vestuario: Tatiana de Sarabia. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Composición musical y arreglos: Ron Lalá.

Ron Lalá nos tienes acostumbrados al teatro a todo trapo, con mucho ritmo, con mucha música, con mucho movimiento, con mucho humor, con mucho divertimento y con mucho sentido.

Cervantina es un espectáculo en el que el poder imaginativo de estos creadores se pone al servicio de diversos textos de obras de Cervantes, con referencias expresas a El celoso extremeño, El coloquio de los perros, Rinconete y Cortadillo  El hospital de los podridos, El licenciado Vidriera, El retablo de las maravillas, Don Quijote de la Mancha, El viejo celoso, La Galatea, La gitanilla, el prólogo de Novelas ejemplares, Persiles y Sigismunda y Viaje del Parnaso.

De estas obras o de parte de ellas, se ofrece una lectura más irreverente que académica pero en absoluto disparatada, sin olvidar que Ron Lalá lleva en su ADN una forma de acercarse a los clásicos «como una fiesta» y, por tanto, entendiendo y haciendo un teatro que se acerca a lo popular con gusto y que reniega de todo aquello que presenta la cultura como un hecho diferencial de élites, elevado y aburrido para la masa.

Las adaptaciones «ronlaleras» son como son: libres pero reconocibles. En cualquier caso supone esta apuesta teatral supone un acercamiento a la obra de Cervantes, al espíritu humano que respira, a la ironía que transmite, al sentido del humor que contiene y a la vena creativa en la que se asienta. Todo ello teniendo siempre presente el juego hilarante y mágico de una forma de hacer teatro tan especial, tan definida y tan del gusto de un público que quiere reír inteligentemente.

Cervantina no es un mosaico de textos ensartados de Cervantes, sino una verdadera composición con base en ellos y con una parábola y un mensaje propios, bien acomodado todo en unas formas barroquizantes que no huyen de la hipérbole y que no le hacen ascos a la crítica fina, a la ironía, que tanto vale para la España del Siglo de Oro como para la que hoy vivimos con sentimientos contrapuestos de amor, rabia y desesperanza. Tiene su miga y hay que verlo para que no te lo cuenten. El mensaje de Cervantina es muy entendible para el mundo de hoy, pues, entre bromas y ente veras, torea, pone banderillas y aguijonea al mundo corrupto del que todos tenemos conciencia.

Yayo Cáceres se ha tenido que estrujar bien las meninges para mover con tanta gracia y desenfado a unos actores que entran y salen a la escena de manera permanente y que, además, tienen que desdoblarse en un sinnúmero de personajes cada uno. Todo un lío, pero, sin duda, muy bien resuelto. Es verdad que la escenografía limpia y funcional ideada por Carolina González favorece este trasiego.

Juan Cañas, Miguel Magdalena, Álvaro Tato, Daniel Rovalher e Íñigo Echevarría interpretan a lo «Ron Lalá», pues se puede decir que han creado su propio estilo. Su juego escénico es la práctica de una especie de guerra relámpago, donde a cada ataque inicial le siguen otros a más velocidad con toda su carga de sorpresas que nos deja a los espectadores sin capacidad de respuesta. Por supuesto, las bombas y las balas de este ataque son el humor, el juego, la gracia diciendo los textos, la gestualidad, el baile. ¡Ojalá! todas las guerras fueran así de incruentas.

En suma, esta Cervantina, programada por el patronato del Teatro de Rojas y que se ha representado el Auditorio «El Greco», ha logrado poner en pie a los espectadores que han agradecido cálidamente el buen rato que han pasado.

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