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«Me refugié en la poesía por un despecho en la adolescencia»

El cantautor y poeta toledano Carlos Ávila clausurará el festival Voix Vives de Toledo con su primer álbum, «Justicia poética»

Toledo Actualizado: Guardar
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Carlos Ávila (Toledo, 1978) no se ha olvidado de Gloria Fuertes ni de Pablo Milanés en su primer trabajo musical como cantautor, «Justicia poética», en el que también deja su sello con canciones y textos propios. Este autodidacta, que realizó estudios en el conservatorio de música pero no los terminó, también hace una llamada al regeneracionismo y la solidaridad, una crítica a los «mismos poderes que siguen gobernando el mundo y, concretamente en España, a su corrupción y a sus valores deshumanizados». «Siempre con su personal ingrediente de sátira y humor», dicen desde su discográfica. Con este trabajo, el autor de tres libros de poesía actuó en julio en el Festival de Poesía Vives de Sète (Francia) y lo hará en Toledo para clausurar el domingo el certamen Voix Vives, que arrancará este viernes.

—¿Por qué usted rinde un homenaje a Gloria Fuertes, César Vallejo y Pedro Garfias en «Justicia poética» con adaptaciones de sus versos?

—En el caso de Gloria Fuertes y Pedro Garfias, porque son poetas que no son tan reconocidos como creo que deberían serlo en la historia de nuestro país. Y, en el caso de César Vallejo, porque hay poetas como él que vinieron, conocieron España y representan a lo más granado de la literatura mundial. Hay que reconocerles su aportación no solo a la lengua española, sino a España como país.

—También hace un tributo a los cantautores Silvio Rodríguez, Pablo Milanés o Javier Krahe. ¿Son recuerdos de su infancia?

—Son con los que hemos crecido muchos cantautores de España, son grandes maestros.

—¿Qué es «Justicia poética»?

—Tengo que pensar la respuesta. Es un disco que quiere elevar la poesía al lugar que se merece.

—¿Al monte Olimpo, por ejemplo?

—Al mundo del arte, que es donde la poesía debe estar.

—En España la poesía la dejan de lado hasta en los medios de comunicación sociales, ¿o no?

—Sí, efectivamente.

¿El lugar más curioso donde he tocado? Este verano me montaron en un velero y la gente pagó entrada por verme

—¿Qué se puede hacer para cambiar esa tendencia?

—Enseñar poesía a los niños desde pequeños y llevarla a la calle, acercarla a la gente, que es lo que precisamente hace el festival Voix Vives en Toledo. Entonces la poesía vuelve de nuevo a la gente, porque ya estuvo entre ella.

—Y también con los versos se puede criticar la corrupción, como hace en «Justicia poética»

—Sí, también.

—¿Cuándo comenzó usted en este mundo?

—Siempre he tocado y, sobre todo, he recitado, porque yo soy poeta. Este es el primer disco y se puede considerar que soy cantautor oficialmente desde ahora. No obstante, siempre he estado tocando la guitarra y llevando los versos a la calle. En cuanto a la poesía, tengo varios libros y he recitado muchísimas veces en muchísimos sitios.

—¿Cómo le recuerdan en su casa cuando era niño?

—En mi infancia no tocaba la guitarra, pero recuerdo toda mi juventud tocando la guitarra acompañado de amigos, yendo a conciertos y mamando de los maestros que he comentado antes y comprendiendo la dinámica de la poesía y de la música, que siempre han estado de la mano, siempre han estado unidas.

—¿Cómo fue ese momento en el que se dio cuenta de la vocación por la música y la poesía? ¿Cuándo se refugió en ellas?

—En la adolescencia; como siempre, todo provocado por el amor.

—¡Qué bonito! ¿Por un despecho?

—Sí, claro, por un desamor.

—¿Compagina con algo la labor de poeta y cantautor para poder comer de ello?

—Es muy difícil vivir de la poesía, no tanto de la canción de autor. Al ser el primer disco, es imposible que haya podido vivir de ello.

—¿Tocando en la calle, tal vez?

—He tocando mucho en la calle, pero no he intentado ganar dinero así. Vivo de un trabajo que prefiero no mezclar con la música y la poesía.

—¿Ha tenido usted a veces la sensación de que lo han mirado como un bicho raro cuando ha tocado en la calle?

—Cuando lo he hecho en Madrid, donde he estado viviendo durante muchos años, no he tenido esa sensación. En Toledo sí te pueden ver como un bicho raro. He tocado en todos los sitios donde se ha podido o me han llamado.

—¿Cuál es el lugar más curioso donde ha tocado?

—En el último festival de poesía Voix Vives de Sète, en Francia, me han pagado por tocar sobre un velero en el mar, a doscientos metros de la playa. Me montaron en un velero y la gente pagó entrada por verme.

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