VIVIR TOLEDO

El origen del paseo de Merchán. La Casa Rústica o de Corcho

Tras la feria de agosto de 1871, en el centro del citado lateral de poniente, se aprobó edificar una «casa rústica a la suiza», destinada a almacenar materiales y ser la vivienda de un guarda

Fachada posterior de Casa de Corcho en 2015 RAFAEL DEL CERRO

Por RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN

En 1538, con el fin de adecentar la hondonada existente ante la puerta de Bisagra de Toledo ─un usual vertedero para el vecindario─, el mariscal Pedro de Navarra , corregidor de la ciudad, consideró rellenarla de tierra hasta lograr una explanada horizontal, en cuyo extremo opuesto, a partir de 1541, el cardenal Juan de Tavera levantaría un inmenso hospital. Sin tardar, aquella planicie acogería especiales fastos, como los otorgados a Felipe II e Isabel de Valois en 1560, tablados para palenques, juegos taurinos y, desde finales del XVIII, alardes militares, revistas o la instrucción de los alumnos del Colegio General Militar llegado a Toledo en 1846. Una curiosa fotografía del toledano Alfonso Begue (1834-1865), quizá tomada en 1864, muestra los extramuros de la puerta de Bisagra, de la que parte la carretera de Ávila, y la todavía desnuda meseta de Merchán con un pilón en el centro. En su costado derecho, hasta el edificio de Tavera, se aprecia el llamado paseo de Madrid, dispuesto en 1837, con unas hileras de álamos y algunos bancos de piedra según menciona Madoz en 1849.

Todo ello comenzaría a cambiar a partir de 1865, gracias al alcalde Gaspar Díaz de Labandero que, en su corto mandato de tres años, impulsó numerosas reformas en la ciudad (la plaza de Zocodover, varios servicios municipales y arreglos en los paseos de Tetuán, el Carmen, San Cristóbal o el Tránsito), además de apoyar varias iniciativas privadas. En agosto de aquel año, había logrado que se celebrase un gran mercado ganadero en la Vega Baja y una muestra de industrias locales en el patio de Tavera, lo que animaba a repetirse y convertir la terriza explanada de Merchán en un moderno paseo. De inmediato, el arquitecto municipal Luis Antonio Fenech propuso ordenar el paraje, logrando que la carretera de Ávila partiese desde la fachada de Tavera -reforma que aún se mantiene- para delimitar el futuro paseo y crear sus accesos. Sin embargo, diversas causas impidieron que Labandero y Fenech vieran cumplidos sus planes.

El ajardinamiento de Merchán se efectuó entre noviembre de 1868 y febrero de 1871, siendo alcalde Juan Antonio Gallardo y Mariano López Sánchez como fugaz arquitecto municipal, pues, en 1869, obtendría la plaza Ramiro Amador de los Ríos (1845-1900) -hijo del académico José Amador de los Ríos -, que la dejaría en 1872 al marchar, como pensionado a la Academia Española en Roma, viajando luego por varios países, previos a su posterior docencia en la Escuela Superior de Arquitectura.

El nuevo paseo ofrecía un alargado y amplio salón central flanqueado por setos y, en el costado oeste, una ajardinada zona con bancos, fuentes y sinuosos caminos bajo la sombra de castaños, tilos, cedros y otras especies arbóreas. Abrazando todo el conjunto quedaba el llamado Paseo de coches , un espacio por el que los pudientes propietarios de coches de caballos podían recorrerlo, pausadamente, en tranquilos carruseles, «para ver y ser vistos», según los usos burgueses de la época.

Tras la feria de agosto de 1871, en el centro del citado lateral de poniente, se aprobó edificar una «casa rústica a la suiza», destinada a almacenar materiales y ser la vivienda de un guarda. Se barajó la idea de encargarla al ingeniero López Vargas, que entonces trabajaba en la elevación de aguas desde el río Tajo. Finalmente, se optó por Amador de los Ríos que trazaría un edificio de dos plantas con el acceso al nivel superior a través de una escalera exterior, adosada a uno de los muros. El Archivo Municipal de Toledo conserva un artístico alzado del proyecto que el pintor Ángel Ludeña (1835-ca 1906) entregó al Ayuntamiento según recogen las actas capitularles. El presupuesto inicial era de 2.250 pesetas, que podía quedar en 483,99, al utilizarse las maderas extraídas del viejo coliseo derribado en la plaza Mayor y el corcho preciso traído de los dominios que aún poseía la ciudad en los Montes de Toledo . Y es que, el proyecto recogía cubrir las fachadas con planchas suberosas y cortezas arbóreas para mimetizase con la vegetación del paseo. Las obras acabaron en mayo de 1872, siendo completadas con una pequeña cascada y un artificial estanque de rocalla en el frente.

La Casa rústica , renombrada popularmente Casa de corcho, se convertiría en el epicentro de Merchán. Además del uso cotidiano como almacén y vivienda, durante la feria ganadera de agosto repartida por la Vega Baja, allí residía el «juzgado» que entendía sobre los tratos de aquellos días y se entregaban los premios anunciados. A partir de 1895, recalarían en el paseo todas las diversiones populares preparadas en torno a la advocación de la Virgen del Sagrario, una vez que se decidió sacarlas de Zococodver y el Miradero. La plazoleta central comenzó a enmarcar conciertos de bandas, representaciones, alguna proyección de cine, meriendas para los niños de las escuelas, concursos, exhibiciones, etc. También tenían lugar bailes populares u otros exclusivos de ciertas sociedades para sus miembros, como fue el Centro de Artistas Industriales desde finales del XIX y, muchos años después, la Sociedad Arte.

Durante la II República, ante la Casa de Corcho , con el deseo de compartir el reposo bajo la sombra y la lectura, se levantó una estantería de fábrica bajo una cívica indicación: «Estos libros son de todos y a todos se confía su custodia», aviso abatido por la pronta pérdida de los fondos dispuestos. Por otra parte, desde principios del XX, al ser una propiedad municipal, la Casa era el colegio electoral de algunos de los barrios -las Covachuelas, San Antón y la Vega Baja- integrados en el Quinto Distrito, función que alcanzó hasta las vísperas de la Transición. Por último, señalemos que, el 30 de octubre de 1982, ante la ya centenaria Casa Rústica, se descubría la Mujer toledana, obra original de Alberto Sánchez (1865-1962) que había reproducido a mayor tamaño, en los años sesenta, el malogrado escultor Cecilio Béjar (1915-1971).

Tan singular edificio aún muestra buena parte de su romántica imagen original tras las últimas tareas de mantenimiento acaecidas en 2009. En cambio, lo que se había alterado totalmente, en 1999, fue el espacio del salón central del paseo que, tras premiadas ideas para su reforma, había sufrido una década de costosas obras y varias reparaciones que no concitaron extensas opiniones favorables entre los toledanos.

Rafael del Cerro, historiador

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