Grabado de Toledo en el siglo XVI, realizado sobre dibujo de Joris Hoefnagel, época en que la ciudad acogió una destacada colonia francesa
Grabado de Toledo en el siglo XVI, realizado sobre dibujo de Joris Hoefnagel, época en que la ciudad acogió una destacada colonia francesa
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Baltasar de Sotomayor, el toledano que divulgó la lengua francesa en la Corte de Felipe II

¿Quién era este audaz toledano capaz de llevar al papel unos conocimientos básicos para el aprendizaje de la lengua francesa, afrontando una tarea que hasta ahora nadie había hecho en España?

TOLEDO Actualizado: Guardar
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Cuentan las crónicas que tras su matrimonio con Isabel de Valois, Felipe II vivió la época más feliz de su vida. La joven reina francesa -tenía trece años cuando en 1559 se celebraron los esponsales en la catedral de Nôtre Dame- gustaba de lujos y refinamientos, entreteniéndose con la música y el dibujo. Con ella, la Corte española tuvo momentos jacarandosos y al amparo de ellos un vecino de Toledo, Baltasar de Sotomayor, escribió la primera Gramática Francesa editada en España, con la pretensión de facilitar el aprendizaje de dicha lengua y mejorar las relaciones cortesanas con cuantas personas acompañaron a doña Isabel. Coincidiendo con el 450 aniversario de su publicación, los profesores de la Universidad de Zaragoza Antonio Gaspar Galán y J.

Fidel Corcuera Manso reeditaron hace unos meses esta gramática, acompañándola de un detallado estudio sobre la misma.

Retrato de la reina consorte Isabel de Valois atribuido a Juan Pantoja de la Cruz
Retrato de la reina consorte Isabel de Valois atribuido a Juan Pantoja de la Cruz

En 1565, cuando Isabel de Valois llevaba ya cinco años en España y cuyo matrimonio con Felipe II se había confirmado en el palacio del Duque del Infantado de Guadalajara, se imprimió en Alcalá de Henares la obra «Grammatica con reglas muy prouechosas y necesarias para aprender a leer y escriuir la lengua Francesa conferida con la Castellana, con un vocabulario copioso de las mesmas lenguas», convirtiéndose en la primera obra editada en nuestro país para el estudio de la lengua francesa. El autor de la misma fue Baltasar de Sotomayor, quien dedicó su texto a «los muy Ilustres Señores Corregidor y Toledo». Los ejemplares, salidos de las prensas regentadas por Pedro de Robles y Francisco de Cormellas, fueron puestos a la venta en casa de Juan Escobedo, librero en Corte.

En la justificación de su obra, Sotomayor expone las razones por las que redactó el tratado. En primer lugar, la pujanza del imperio español que hacía aconsejable el conocimiento del mayor número posible de las lenguas que se hablaban en sus territorios. Y en segundo, el matrimonio de Felipe II con una Valois, por lo que el desconocimiento de su idioma sería una carencia para quienes quisieran ser buenos cortesanos, «pues vno delos mayores entretenimiento que entre ellos ay es el trato que con las damas se tiene, delos quales muchas son Francesas».

¿Quién era este audaz toledano capaz de llevar al papel unos conocimientos básicos para el aprendizaje de la lengua francesa, afrontando una tarea que hasta ahora nadie había hecho en España?

En su introducción al texto que comentamos, Galán y Corcuera nos remiten al censo de habitantes de la ciudad de Toledo realizado en 1561 siguiendo disposiciones de Felipe II, donde aparecen consignados un tal Baltasar de Toledo, vecino de la parroquia de San Nicolás, y otro Baltasar de Sotomayor, vecino de la parroquia de San Román, así como otros seis más con ese mismo apellido. Salvo estos datos, la identificación del posible autor de esta Gramática se mueve en el nebuloso mundo de las hipótesis.

Palacio del Duque del Infantado de Guadalajara, donde se confirmó el matrimonio entre Felipe II y la princesa francesa, fotografiado por Jean Laurent en 1865.
Palacio del Duque del Infantado de Guadalajara, donde se confirmó el matrimonio entre Felipe II y la princesa francesa, fotografiado por Jean Laurent en 1865.

Los profesores de la Universidad zaragozana consideran que debería tratarse de una persona instruida, con buenos conocimientos de gramática francesa y española y que tuvo acceso a algunos manuales de aquella lengua ya editados en Francia para completar su trabajo. Descartan que nuestro protagonista formase parte del personal que se movía en los entornos de la Corte española, pues nadie con ese nombre aparece relacionado en las nóminas remuneradas de las diferentes Casas que la componían. También eliminan la posibilidad de que pudiese ser un tal Baltasar de Toledo citado por Cervantes en «La Galatea» a quien otros estudiosos habían sugerido como posible autor de esta Gramática. Para rematar el enigma, no se conoce ninguna otra obra suya escrita o publicada que pudiera añadir pistas sobre su persona.

Cuatrocientos años después de su publicación, los profesores Galán y Corcuera de la Universidad de Zaragoza reeditan la Gramática Francesa del toledano Baltasar de Sotomayor
Cuatrocientos años después de su publicación, los profesores Galán y Corcuera de la Universidad de Zaragoza reeditan la Gramática Francesa del toledano Baltasar de Sotomayor

Manejando el censo antes citado, los autores de esta reimpresión nos aportan el curioso dato de que en aquel año la ciudad de Toledo tenía setenta vecinos que estaban identificados con el gentilicio «francés». Según las interpretaciones comúnmente realizadas de estas cifras, cada vecino censado en la época equivalía a un hogar con cuatro o cinco habitantes, por lo que en 1561, año en que la Corte se trasladó a Madrid, la colonia francesa en Toledo podría ascender a unas trescientas cincuenta personas, de las que casi la mitad habitaban las parroquias de Santo Tomé y San Lorenzo.

En su reedición anotada, los profesores Galán y Corcuera referencian los diferentes ejemplares de la obra de Sotomayor repartidos por bibliotecas de todo el mundo, poco más de una decena, y concluyen que su Gramática representó un importante esfuerzo de síntesis didáctica y tiene el mérito de haber inaugurado en la Península la historia de la enseñanza de la lengua francesa. Sin duda, un justo reconocimiento a un desconocido personaje del que, de momento y tal como se dice en la licencia real de impresión de su tratado, solo sabemos su nombre y su condición de vecino de Toledo.

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