El vino como antaño en el siglo XXI

Daniel Sevilla, joven enólogo de 24 años, ha vuelto a su pueblo natal, Pozoamargo (Cuenca), para ponerse al frente de Bodega Las Calzadas

Daniel Sevilla, el joven enólogo de 24 años responsable de Bodega Las Calzadas, en Pozoamargo (Cuenca) Las Calzadas
Mariano Cebrián

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Daniel Sevilla (Pozoamargo, Cuenca, 1994) se ha ido modelando a lo largo de su corta vida como las tinajas de barro alrededor de las que se ha criado y que le han convertido en un joven y respetado enólogo. Ahora, al frente de Las Calzadas , una pequeña bodega familiar junto con su padre José Julián Sevilla y su madre Josefina Medina, busca aunar en su pueblo natal la tradición y la modernidad a la hora de elaborar vino, a la vez que disfruta recibiendo a los visitantes que quieren conocer este proyecto vitivinícola y enoturístico.

Este joven enólogo de 24 años, formado en la Universidad de La Rioja, ha viajado por Australia y Nueva Zelanda , países con tradición vitivinícola también, de donde se trajo conocimientos para buscar sacar el máximo partido al potencial que tiene la Denominación de Origen Ribera del Júcar y la Manchuela conquense, comarca donde se asienta el proyecto de las Calzadas. De este modo, su objetivo es rescatar variedades de uva autóctonas de una grandísima calidad que estaban olvidadas, apoyándose para ello en métodos tradicionales para la elaboración del vino, sin dejar de lado los conocimientos técnicos actuales.

La tinaja de barro, la clave del éxito

Por eso, Daniel apostó por hacer la crianza de los vinos que elabora en tinajas de barro, a la antigua usanza, como se hacía en Castilla-La Mancha y el sur de España, lo cual, a su juicio, «mejora el producto». Son 30 las tinajas de barro de 150 años de antigüedad y de diferentes tamaños con las que cuenta la bodega Las Calzadas, donde se producen 15.000 botellas anuales elaboradas todas ellas desde la viticultura ecológica y el respeto al medio ambiente. «Buscamos la excelencia con nuestras propias uvas de viñedos de más de 50 años unidos a la recuperación de la tradición y un toque de experiencia fruto de mis estudios universitarios, obteniendo así unos vinos únicos y diferentes», afirma.

Las tinajas de barro de Bodega Las Calzadas, donde se crían sus vinos Las Calzadas

Otra de las pasiones de Daniel es la Historia y, en concreto, el pasado de su pueblo y de su comarca, algo que se deja notar en la bodega y en los vinos que comercializa. Por Pozoamargo cruzaban dos calzadas romanas que unían Complutum (Alcalá de Henares) con Cartago Nova (Cartagena), pero además «Tinácula» —nombre latín que es la marca de sus vinos— hace referencia al nombre de las tinajas de barro que se extendieron por el Imperio Romano.

Asimismo, el proyecto de Las Calzadas pretende poner un granito de arena para luchar contra uno de los principales problemas que asolan la España interior, como es la despoblación. Pozoamargo, con apenas 300 habitantes, lucha por recuperar el glorioso pasado vitivinícola que aún conserva. Así, según cuenta el responsable de la bodega, en poco más de un año que llevan elaborando vino y abriendo sus puertas al enoturismo han recibido a más de 3.000 visitantes, incluso de varios países. «No es gran cosa, pero algo hacemos, ya que estos proyectos, si se llevan bien, pueden ayudar a fijar población en los pueblos». Un buen ejemplo es Daniel, que ha vuelto para quedarse.

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