Cae una organización que robó cable de cobre valorado en más medio millón de euros a empresas y particulares

Es presuntamente responsable de al menos 68 delitos cometidos en las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Valencia y Castellón

Grosor de uno de los cables robados Guardia Civil

ABC

Con sus robos de cable de cobre, ocasionaron pérdidas y daños valorados en 564.694 euros a empresas y particulares. Llegaron a dejar sin funcionamiento instalaciones esenciales como depuradoras de agua, lo que afectó gravemente al ciclo de saneamiento del agua y a su distribución entre la población.

Ahora la Guardia Civil ha desmantelado el grupo criminal presuntamente responsable de al menos 68 delitos cometidos en las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Valencia y Castellón. Son los esclarecidos por la Operación Sabatón-Cofresno , que ha permitido la detención de 11 personas con edades comprendidas entre los 22 y los 41 años. También ha investigado a otros ocho individuos más por pertenencia. Los detenidos son rumanos, excepto una española, arrestada por receptación.

El grupo, especializado en el robo de cable de cobre, ha causado pérdidas y daños en cooperativas, depuradoras, fábricas y otro tipo de establecimientos de siete provincias , según ha informado la Guardia Civil este miércoles.

Desde febrero, agentes de las comandancia de Toledo y Ciudad Real abrieron de forma paralela sendas investigaciones para esclarecer robos con fuerza en las cosas de cableado de cobre en sus respectivas demarcaciones. Entre otros, en una cooperativa de Corral de Almaguer (Toledo) y en una cantera de la localidad ciudadrealeña de Fuente del Fresno.

Cable escondido para proceder a su pelado Guardia Civil

Los investigadores llegaron a un punto en el que descubrieron que se encontraban frente a la misma organización criminal especializada en este tipo de delitos. Se desplazaba durante varios días hasta distintas instalaciones , como canteras, cementeras, cooperativas agrícolas, fábricas o depuradoras de agua. Entonces realizaban un estudio exhaustivo de la zona y localizaban un lugar donde, después de cometer el robo, esconder el cable de cobre y proceder a su pelado: quemaban la camisa de plástico que lo cubre y después poder venderlo de forma ilícita.

Una vez elegido su objetivo, rompían el vallado perimetral o alguna puerta que daba acceso y procedían a cortar el cableado. Pero no lo hacían de una manera drástica. Dejaban la instalación sin suministro eléctrico en su totalidad para no levantar sospechas y ser sorprendidos o descubiertos.

Luego tiraban del cable, generalmente utilizando un vehículo de la propia instalación o que habían sustraído, al que ataban un extremo del cableado y ponían en movimiento para conseguir extraer una gran cantidad de metros de forma más rápida y segura.

Para sus desplazamientos utilizaban vehículos antiguos pero de gran potencia, que pertenecían a terceras personas y que cambiaban constantemente. De esta forma, ante la sospecha de ser detectados o descubiertos por la fuerzas y cuerpos de seguridad, dejarlos abandonados y que no los relacionaran con ellos.

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