El herrero «youtuber» de Toledo que lucha a martillazos contra la despoblación
Ramón Recuero pasó de tener que cerrar debido a la crisis su taller de forja en San Antonio (Toledo) a triunfar con sus vídeos en su canal de Youtube, donde tiene 84.100 seguidores
Los ojos de Ramón Recuero (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1963) siguen llenos de pasión. La misma con los que por primera vez, con tan sólo once años, descubrió el arte de la herrería . Algo que ocurrió cuando volvía del colegio a casa y miró por una ventana de la Escuela de Artes de Ciudad Real, por donde se veía la fragua donde un maestro del oficio enseñaba a sus alumnos los secretos de la forja tradicional. Ese día cambió su vida para siempre.
«Todas las tardes pasaba por allí y me quedaba mirando hipnotizado los martillazos a un hierro al rojo vivo», cuenta a ABC Ramón Recuero. Hasta que un día ese maestro herrero llamado don Efraín se percató de su presencia y lo invitó a pasar. Sin embargo, el portero del centro no le permitió de primeras el acceso por ser menor de edad, pero al siguiente día Ramón se coló y fue el propio profesor de forja y director de la Escuela de Artes quien le metió en su clase.
Estos fueron sus inicios en el oficio. «Todas las tardes, en vez de ir a judo o kárate, iba de extranjis a la fragua de don Efraín, quien me arregló los papeles del seguro para que yo pudiera asistir sin problema a sus clases, donde dí mis primeros pasos en la herrería», relata el artesano.
En palabras de Ramón, «la preocupación de don Efraín era que no se perdiera el oficio de herrero tradicional y, por eso, quería dejar huella en sus alumnos, porque creía que después de más de dos milenios de historia, corría peligro». La inquietud del maestro venía provocada por la introducción en los años 60 del siglo XX de técnicas más modernas, como la soldadura eléctrica y el aluminio , que provocaron que un gran número de fraguas desapareciesen.
Ramón se formó durante tres años con don Efraín y, al no haber posibilidades de trabajo en la herrería, comenzó a estudiar electrónica y luego, en la universidad, inició la carrera de Ingeniería Agrícola. Pero lo dejó todo y, a mediados de los años 80, recuperó la pasión por el oficio que de verdad le realizaba. Marchó a Toledo para seguir aprendiendo en su Escuela de Artes, donde siguió atesorando conocimientos de otros maestros de la forja tradicional y comenzó a buscar talleres para trabajar, como el de Telesforo o Juan Antonio Sánchez, entre otros.
Ya en los años 90, buscando un lugar tranquilo y económico en el que poder instalar su propio taller, es como Ramón dio con San Antonio, un antiguo pueblo de colonización que ahora es pedanía de la localidad toledana de La Pueblanueva . Allí, a unos 20 kilómetros de Talavera de la Reina y a unos 70 de Toledo capital, llegó con un yunque, un martillo y una treintena libros de forja tradicional e historia del arte para seguir aprendiendo las técnicas antiguas y ponerlas en práctica. «Mi intención era que el oficio estuviera vivo de nuevo», señala.
Tal es así que ahora este herrero, después de unas décadas de trabajo que se vieron interrumpidas por la crisis económica de finales de la primera década del siglo XXI, ha llegado más lejos de lo que pensaba. En 2008, al bajar el volumen de ventas, tuvo que cerrar su taller y comenzó a realizar vídeos para enseñar las técnicas tradicionales de forja en Youtube, donde actualmente tiene su propio canal con más de 84.100 suscriptores . «Yo creía que nadie iba a ver mis grabaciones, pero cuál fue mi sorpresa cuando poco a poco las reproducciones iban subiendo como la espuma», afirma.
Una escuela propia desde 2012
Poco después, empezó a dar clases particulares por la demanda de algunos de sus seguidores y, como la bola cada vez se hacía más grande, en 2012 abrió su propio centro de formación en el pueblo, la Escuela de Herreros «Ramón Recuero» , en la que ahora trabajan varias personas. Hasta San Antonio llega gente interesada de varios puntos de España e incluso de países tan dispares como Noruega o como un gran número de herreros latinoamericanos para aprender el oficio.
Su llegada significó un punto de inflexión para San Antonio, una pedanía que cuenta únicamente con 16 casas. El artesano se encontró un pueblo vacío, del que la mayoría de sus habitantes, que se dedicaban a la agricultura, se habían marchado a las ciudades en busca de trabajo ante la falta de oportunidades. Cuando alquiló su primera casa-taller allí, tan solo quedaba una familia, que decidió quedarse finalmente cuando él les arengó: «Pero, ¿dónde vais? Si aquí se vive estupendamente».
Además, la instalación de este herrero en San Antonio sirvió de reclamo para otros artesanos, más familias e incluso para los descendientes de los colonos que vivieron décadas antes en el pueblo. «Ahora se vuelven a escuchar los gritos y las carreras de los niños por sus calles y plazas» , dice sonriente Ramón, cuya hija, Lucía, es una de esos habitantes de segunda generación y trabaja con él ahora en su escuela después de estudiar en Ciudad Real.
El proyecto de vida de Ramón es un claro ejemplo de «glocalización», es decir, una iniciativa que ha nacido en un pueblo y que ha llegado a todo el mundo gracias a las nuevas tecnologías. «Ahora poner en marcha un negocio en un lugar como San Antonio es más fácil y más cómodo que hace unos años, ya que las comunicaciones y las telecomunicaciones son mucho mejores que antes», explica este emprendedor veterano.
Por eso, anima a la gente para que invierta en los pequeños pueblos de la España despoblada, donde cree que hay más oportunidades que en las ciudades. Ramón lo tiene claro: «Teniendo coche, teléfono y ordenador, cualquiera puede emprender y crear su propia empresa en uno de estos lugares, donde además va a tener mejor calidad de vida ».
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