Gustavo Reneses - Babilonia en guagua

Tierra de brujos

En nuestras islas las sectas han encontrado el grial

Gustavo Reneses
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En estos días azules de mitad de noviembre y por estas latitudes baifas, hay cosas que sencillamente uno no termina de entender. Y no es la nube ardiente del humo de las castañas en las plazas y ramblas de este subtropical paraíso, ni los turrones y polvorones en las estanterías de los supermercados en plena ola de calima, sino que todavía en este siglo se sigan sucediendo sangrantes casos de estafa por videntes y demás chacales.

Resulta que la Policía Nacional ha detenido a un vidente que presuntamente estafó más de 80.000 euros a un jubilado. Este caso obviamente no es justificable por la corta edad del denunciante ni por la presumible candidez adolescente ante alguien que lanza una perorata esotérica.

Resulta preocupante cómo no deja de crecer la economía relacionada en torno a los jesucristos particulares que bien, vía gacetilla o nocturno programa de televisión, venden soluciones rápidas por un puñado de euros.

Si en nuestro país –o lo que queda del mismo- las sectas, los aprendices de brujos y demás comecocos han triunfado de forma gloriosa, en nuestras islas han encontrado el grial. No hay pueblo que en su blasón no cuente con un recuerdo de una secta o de oscurantistas.

El porqué tenemos esa querencia al desastre teledirigido mientras en otros países tienden al pleno empleo y a una gestión de alta calidad en todos los parámetros, va a ser por mala suerte. O porque nos tienen envidia. Es por ello que de vez en cuando llamamos a una suerte de santeros. Concretamente, cada cuatro años —o menos— se presentan en una suerte de aquelarre electoral y nos prometen quitar nuestros males. Igual esta vez hay suerte. Nunca se sabe.

La cosa no va a ser el aquelarre en sí, sino la hoguera de vanidades de los nuestros. Tan chulesca como ineficaz. Tan tanto de nada y tan poco de algo. Los mismos que en comedidos debates se han cargado un sistema educativo y han dado preferencia a la salvación mediante la fe antes que a una existencia basada en los valores humanos y racionales. Los mismos que prefieren alumnos sumisos recitando de memoria lista de ríos, montañas o tablas periódicas antes que un buen análisis hipotético-deductivo.

Así somos, así nos pasa lo que nos pasa. Criados entre el miedo a lo sobrenatural y a la vara de castigo por cuestionar nuestros ideales. No es de extrañar la noticia de esta detención, ni la estafa intelectual a la que nos someten muchos advenedizos con sus nuevos cantos de sirena, ya sean naranjas o violetas.

No es de extrañar tampoco que omitamos las noticias sangrantes para nuestra sociedad como las 2.500 personas dependientes que han fallecido en los dos últimos años sin haber cobrado la prestación aprobada que les hubiera hecho más digno sus últimos suspiros; el dudoso honor de incrementar los concursos de acreedores; o la precariedad laboral y fracaso escolar por bandera. Pero no pasa nada, un par de bendiciones, dos genuflexiones y a correr, que el fin de semana hay fútbol en abierto.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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