Los restos de Franco, trasladados a Mingorrubio 44 años después de su muerte

A diecisiete días de las elecciones, el Gobierno culmina su medida estrella pese al disgusto de la familia del dictador: «Ha consumado la profanación»

Los nietos de Franco, con su féretro a hombros, al salir de la basílica del Valle de los Caídos REUTERS

Francisco Franco ya no está enterrado junto al altar mayor de la Basílica del Valle de los Caídos. Sobre las tres menos cuarto de la tarde de ayer, un coche fúnebre entró en el cementerio de Mingorrubio, en El Pardo (Madrid), el lugar donde reposan, desde entonces, los restos mortales de Franco junto a los de su esposa, Carmen Polo. Quince meses después de que Pedro Sánchez anunciara su intención de llevar a cabo la exhumación; pasados 44 años del funeral de 1975, y una larga travesía judicial mediante, el proceso concluyó con una jornada televisada que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, bendijo como «un paso más para la reconciliación» y que la familia del dictador calificó como «un grave atropello» de sus derechos fundamentales.

El día empezó pronto en el Valle de los Caídos, primer escenario de una jornada con seguimiento mediático minuto a minuto, pese a que el Gobierno, a través de la vicepresidenta Carmen Calvo, insistió hace un par de semanas en que la exhumación se realizaría de mforma discreta. De esta forma, se conseguiría salvaguardar la intimidad de la familia Franco pero ayer, sin embargo, hubo más de 500 periodistas acreditados y millones de televidentes que pudieron ver cómo, pasadas las nueve de la mañana, llegó a Cuelgamuros la ministra de Justicia, Dolores Delgado, flanqueada por el subsecretario del Ministerio de la Presidencia, Antonio Hidalgo, y el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños. La ministra actuó, a lo largo de toda el proceso, como Notaria Mayor del Reino: levantó acta de la exhumación, traslado e inhumación de los restos de Franco.

Media hora más tarde, en dos furgonetas y dos microbuses, llegaron los siete nietos del dictador (Carmen, Mariola, Cristóbal, Merry, Arancha y Jaime Martínez-Bordiú, así como Francis Franco, quien alteró sus apellidos en deferencia a su abuelo) con sus hijos. En total, la comitiva familiar era de 22 personas. Al bajar del coche, Francis, que siempre expresó la negativa de la familia sobre la exhumación de su abuelo, portaba una bandera preconstitucional que el Gobierno le obligó a dejar en el automóvil. Con los familiares, que entraron en la abadía con una corona de laurel donde se podía leer «Tu familia», también estaba su abogado, Luis Felipe Utrera-Molina, quien les ha acompañado durante todo el proceso judicial y portaba un ramo de rosas rojas.

Registrados

Antes de acceder al templo, los Martínez-Bordiú Franco fueron registrados para que no entrasen con ningún dispositivo con el que pudieran fotografiar o filmar lo que ocurría en el interior. Sobre la tumba de Franco ya se había instalado el día anterior una carpa, a la que entraron un forense, varios operarios, Delgado y Cristóbal y Merry Martínez-Bordiú. Cuando a las diez y media comenzaron los trabajos para levantar la lápida -de 1.500 kilos de peso-, para los que se utilizaron gatos hidráulicos, la nieta de Franco le dijo a Delgado que lo que estaban haciendo con la tumba de su abuelo era una «profanación».

Tras dos horas de trabajos, los trabajadores funerarios consiguieron asegurar el ataúd para extraerlo de la fosa, de hormigón y plomo, donde ha estado estos años. A pesar de los daños que presentaba, y aunque se había dispuesto uno nuevo, los familiares decidieron trasladar los restos mortales de su abuelo en el mismo féretro en el que fue enterrado en 1975.

Ya en la superficie, el prior de la abadía benedictina del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, ofició un breve responso. Después de cubrir la caja con la bandera del escudo de armas de Franco -que lleva incluida detrás la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima recompensa militar que se entrega en España-, el féretro salió del templo. Sobre la bandera estaba la corona de laurel con lazos de los colores de la bandera. Sus nietos (Francis, Jaime y Cristóbal) y su bisnieto, Luis Alfonso de Borbón, fueron quienes sacaron a Franco a hombros de la iglesia, en una estampa que, por la solemnidad y el despliegue mediático, bien pudo asemejarse al funeral de un jefe de Estado. Detrás de ellos, el resto de la comitiva de familiares, ataviados de riguroso negro y con crespones con la bandera de España. Les siguió la ministra de Justicia, aunque se percibía que la distancia entre ella y la familia no era solo una cuestión de metros. Introdujeron los restos de Franco en un coche fúnebre que esperaba en el exterior de la basílica para trasladarlo hasta el aparcamiento lateral, donde estaba el helicóptero, un Super Puma blanco del Ala 48. En apenas quince minutos llegó hasta Mingorrubio, segundo escenario de la jornada. Los familiares, que cubrieron el trayecto por carretera, entraron directamente al camposanto, donde acto seguido apareció el coche fúnebre con los restos del dictador alrededor de las tres menos cuarto de la tarde.

«Un sacrificio por España»

En el interior del panteón, en cuya cripta ya descansan los restos de Franco junto con los de su esposa, Carmen Polo, el prior Cantera y el sacerdote Ramón Tejero -hijo del ex teniente coronel golpista- oficiaron un responso. «No podemos comprender la gran afrenta que algunos están haciendo con sus restos mortales, pero estoy convencido de que él lo asumiría como un sacrificio más por Dios y por España», expresó Tejero en la homilía de una ceremonia íntima y a la que el féretro de Franco llegó cubierto por la bandera preconstitucional del águila de San Juan. Sus nietos se la colocaron nada más llegar al cementerio.

La cordialidad con la que, según los Franco , se desarrolló la jornada -pese a ser un día «doloroso» para ellos- acabó ahí. Francis Franco, portavoz familiar, criticó que el Gobierno, antes de que salieran del panteón, les revisó los teléfonos móviles para asegurarse de que no habían tomado ninguna imagen de todo el proceso de exhumación. Igualmente, pero a través de un comunicado oficial, los familiares de Franco agradecieron el apoyo recibido por parte de «miles de españoles» y lamentaron que el Ejecutivo haya culminado su plan y, a su juicio, «consumado la profanación del sepulcro» de su abuelo.

«No pintamos nada en todo esto», se quejó el portavoz de los Franco quien, antes de abandonar Mingorrubio, y a la vista del despliegue mediático dispuesto por el Gobierno con las elecciones a la vuelta de la esquina, se despidió con una ironía: «Parece que hemos vuelto a la época del NODO».

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