Mas coloca a Jordi Sànchez para allanar su regreso

Sànchez es el «tonto útil» usado desde el principio del proceso para tratar de anular a Esquerra

Jordi Sànchez, antes de declarar en la Audiencia Nacional en octubre de 2017
Salvador Sostres

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Jordi Sànchez ha llegado a la Crida tal como llegó a la presidencia de la ANC y por los mismos motivos. David Madí le ha situado al frente de este nuevo partido político para allanar el regreso de Artur Mas a la política activa.

Sànchez es el «tonto útil» que Madí ha usado desde el principio del proceso para tratar de anular a Esquerra. Consiguió ponerlo al frente de la ANC a pesar de ser el candidato menos votado, tal como ahora se ha valido de otro pucherazo para entregarle el mando de la Crida. Mientras duró el periodo de presentación de candidaturas, la web del partido tuvo estropeada la opción de inscribirse y Sànchez se presentó por sorpresa y a las pocas horas de que expirara el plazo, para no dar tiempo a que se organizara en su contra ninguna lista alternativa. Agustí Colominas, cercano a Puigdemont, creó la plataforma Junts per la República para competir con Sànchez pero le amenazaron con que su pareja, Aurora Madaula, dejaría de ser diputada si realmente lo intentaba.

Una vez más, el partido que más democracia exige es el que menos la respeta. La Crida y Sànchez tienen la primera misión de hacer ver que intenta investir a Puigdemont, como gesto de «legitimidad republicana», pero con la intención de fondo de poner al presidente del Parlament, Roger Torrent, de Esquerra, entre la inhabilitación y el quedar como un cobarde por no querer exponerse a la segura inhabilitación . Ya en 2015 Jordi Sànchez intentó, cuando fue literalmente colocado a dedo como presidente de la ANC, derribar a Junqueras. Trató de convencer a la entonces secretaria general de ERC, Marta Rovira, de que conspirara contra su líder y le ofreció la ayuda estratégica y logística de Madí, así como el inequívoco apoyo de la ANC cuando se hiciera con el poder. Rovira se lo pensó pero finalmente decidió permanecer leal a su líder.

Mas necesita que Sànchez le blanquee en su regreso y convenza a los más hiperventilados -que son los más reacios a lo que el expresident es y representa- de que el independentismo necesita a alguien que ponga orden y sea creíble a la hora de ir a pedir dinero al poder financiero. Sànchez está dispuesto a actuar de caballo recela y apartarse cuando el purasangre llegue.

David Madí le ha asegurado que cuando Mas sea president, lo primero que negociará con el Gobierno es su indulto. Es el modo que siempre ha tenido Madí de actuar. Pide demostraciones públicas que agradece en privado, siempre por detrás. La huelga de hambre fue también su idea, y Sànchez aceptó hacerla porque Madí le prometió que por las noches y de escondidas le darían complejos vitamínicos y batidos para que nada malo le sucediera. Y así fue que los presos más ingenuos se tomaron en serio la «dieta», como Quim Forn, que adelgazó 8 kilos, y en cambio Sànchez quedó exactamente igual tras los 15 días que supuestamente estuvo sin comer.

El único punto de fricción que plantea Sànchez es que no quiere que el PDECat tenga en la nueva Crida ningún peso específico, porque teme que vuelvan los aires autonomistas de Convergència i Unió . El PDECat, por su parte, no quiere disolverse en la Crida si no es a cambio de controlarla. Mas sabe que, pese al cambio de nombre, el PDECat arrastra los pecados de la vieja Convergència. También sabe que necesita la Crida que Madí le ha creado para empezar de nuevo, pero difícilmente se atreverá a dar el paso si el PDECat no le sigue. Hasta ahora ni Mas ni Madí han tenido ningún problema para que Sànchez obedeciera sus órdenes y sólo así se entiende que, tras renunciar al sueldo de casi 100.000 euros anuales que cobraba cuando era el adjunto del Síndic de Greuges, y con el sueldo nada boyante de presidente de la ANC, haya podido llevar una vida tan holgada, llegándose a cambiar de casa en los últimos meses.

A Mas no le ha sido todavía comunicada su inhabilitación de un año, pero no está previsto que se active el calendario electoral hasta conocida la sentencia del juicio por el 1 de octubre, de modo que calcula que puede llegar a tiempo. Más que por la inhabilitación está preocupado por los estragos que en los próximos meses pueda hacer Quim Torra , que ayer amenazó con volver a declarar la independencia en caso de condenas severas. Torra presume ante sus amigos de que lo primero que hizo cuando llegó a presidente de la Generalirat fue pedirle al ujier las llaves del balcón del palacio que da a la plaza de Sant Jaume, desde el que Francesc Macià proclamó la república catalana. Y también que le enseñaran los túneles subterraneos por los que huyó el consejero Josep Dencàs tras otra declaración de independencia fallida, la del 6 de octubre de 1934.

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