El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante una sesión plenaria/ Vídeo: Calvo dice que la ley de 1986 recoge «instrumentos» para «reaccionar» tras el Estado de Alarma EP
Ana I. Sánchez

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El próximo 10 de mayo, si no hay prórroga del estado de alarma, los asfixiados tribunales españoles tendrán una nueva tarea: controlar las restricciones de movimiento que los territorios apliquen en el marco de la pandemia. Es una consecuencia derivada del levantamiento del marco actual pero Pedro Sánchez remarcó que lo quiere así específicamente. «El Gobierno no puede poner en manos de las comunidades una serie de restricciones a las libertades fundamentales sin ningún tipo de control del poder judicial. No podemos ni debemos porque puede suponer un retroceso en la calidad democrática del país», argumentó.

Sánchez rechazaba así, nuevamente, la tarea de buscar un mecanismo jurídico que dé garantías a las comunidades a la hora de limitar la movilidad por motivos sanitarios, pese que ayer volvió a pedírselo el grueso de la oposición y se lo reclaman los territorios. Un instrumento que, al mismo tiempo, incluyera límites para impedir abusos por parte de las regiones.

Su voluntad, reiteró el líder socialista, es levantar el estado de alarma el 9 de mayo sin más plan que «el avance de la vacunación» y la petición de «seguir resistiendo un poco más». «El éxito va a depender de la unidad de todos, de la eficacia de nuestra coordinación y de la responsabilidad individual», admitió. Tres coordenadas que acumulan muchos fallos desde el inicio de la pandemia. Tal es el salto al vacío que supondría levantar el estado de alarma en medio de una cuarta ola, sin una legislación ordinaria adaptada a esta pandemia y con cuatro meses por delante antes de alcanzar la inmunidad de rebaño.

Críticas generalizadas

El empeño de Sánchez en cruzarse de brazos jurídicamente ante la pandemia ignorando incluso al Consejo de Estado añadió más incertidumbre a la ya existente y llenó de estupefacción a la oposición. «A usted no le ha dado la gana legislar porque prefiere gobernar como Napoleón », le reprochó el líder del Partido Popular , Pablo Casado, quien realizó una feroz crítica a la gestión de Sánchez en el que puede ser el último debate sobre el estado de alarma. «Doce comparecencias en esta Cámara aguantando la chulería de un gobierno», estalló tras un discurso del jefe del Gobierno, en clave electoralista, autocomplaciente y, de nuevo, sin rastro de autocrítica. Casado, no obstante, hizo un parentésis en la confrontación para proponer a Sánchez que se vacunen juntos cuando les llegue el turno y enviar así un mensaje de seguridad sobre las dosis. El jefe del Gobierno no respondió.

El líder de Vox , Santiago Abascal, que no quiere estado de alarma ni restricciones, prefirió acusar a todos los grupos de la Cámara de ser «cómplices» de Sánchez en el recorte de libertades. Por su parte, la presidenta de Cs , Inés Arrimadas, exigió una y otra vez al presidente que explicara qué se podrá hacer a partir del 10 de mayo, pero Sánchez le dio la callada por respuesta.

Más intranquilidad

El portavoz del PNV , Aitor Esteban, fue especialmente crítico y calificó de «temeridad» levantar el estado de alarma . El político vasco, no obstante, cree que el presidente adopta esta posición de cara al 4-M y confió en que la decisión final se basará en criterios técnicos y no políticos. Y desde EH Bildu , su portavoz Mertxe Aizpurua, dijo salir más intranquila tras escuchar al jefe del Gobierno. ERC no tuvo intervención por encontrarse su representante confinado.

Las críticas por querer levantar el estado de alarma no fueron las únicas que recibió Sánchez, ya que los líderes parlamentarios coincidieron también en cargar contra su plan de recuperación, por inconcreto, propagandístico y reiterativo. Además, le recordaron que el Gobierno no lo comunicó ni lo consensuó con los grupos , que conocieron su contenido la tarde previa gracias a la prensa y Twitter.

El líder socialista dedicó la mitad de su primera intervención a detallar un plan que deja en el aire lo fundamental: qué reformas laboral, fiscal y de pensiones propondrá a Bruselas y con qué partidos piensa sacarlas adelante. Por todo ello, Casado consideró su discurso un «auténtico desprecio al Parlamento» equivalente a ofrecer «una pizza recalentada ocho veces». Arrimadas calificó el plan directamente de «propaganda» y advirtió al jefe del Ejecutivo que así no se pagan «las facturas de los españoles». Abascal se centró en denunciar el episodio violento que tuvo lugar en su mitin de la semana pasada en Vallecas, portando un adoquín y acusando a Podemos de orquestar el lanzamiento de «piedras, adoquines y estacas» en aquel acto.

Tras el debate sobre el estado de alarma, arrancó la sesión de control al Gobierno, en la que Casado pidió a Sánchez que retire la invitación de Nicolás Maduro a la próxima Cumbre Iberoamericana y curse una a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Sánchez también dejó esta petición sin respuesta.

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