poster Vídeo
Iglesias y Errejón se abrazan durante un momento de la jornada de ayer - ISABEL PERMUY

Iglesias protege a su equipo ante el riesgo de perder el control

Jornada descafeinada en la que la apelación a la unidad no se acompañó de gestos

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El ambiente estaba tan tenso y los niveles de la crispación se habían elevado tanto que Podemos se embarcó ayer en la búsqueda de la unidad perdida. No fue algo que buscasen las partes en liza, sino algo que impusieron los inscritos del partido, que desde primera hora de la mañana gritaron esa consigna. Fue la dimisionaria Carolina Bescansa la primera en aparecer por el coso de Vistalegre para dar una vuelta al ruedo entre aplausos. Su renuncia a integrarse en ninguna de las listas que han competido por hacerse con la nueva dirección del partido se ha convertido en el símbolo del hartazgo del partido por la división interna.

Iglesias y Errejón se fundieron en un abrazo al filo del mediodía.

Fue su único contacto a lo largo del día, forzado por el secretario general y a punto para los telediarios. Ninguno de los dos forzó ayer la confrontación, pero tampoco hubo avances en la cacareada unidad. Fue algo así como la calma que precede a la tempestad.

El liderazgo con su equipo

Pablo Iglesias aprovechó el tiempo de su discurso como candidato a revalidar la secretaría general para ir glosando uno a uno a la mayoría de los miembros de su candidatura al Consejo Ciudadano Estatal. Así entendió Iglesias las peticiones de unidad, dejando claro que su liderazgo está vinculado a que su equipo pilote la dirección. Aunque ayer no se atrevió a insistir en la estrategia del plebiscito. Solo al final de su discurso concedió que hablar de su candidatura es «hablar también de Íñigo Errejón y Miguel Urbán».

Que Iglesias agotase todo el tiempo de su discurso en recitar a toda su candidatura pone de manifiesto varias cosas. Primero, que, teniendo asegurada la reelección, lo que verdaderamente le importa es la votación al Consejo Ciudadano. Aunque Iglesias ha dado en los últimos días varias versiones sobre su advertencia de dejar el liderazgo del partido, tener mayoría en el CCE es imprescindible para él. En segundo lugar, se entendió como un cierre de filas después de que en los últimos días, incluso desde personas que antes le apoyaban, se haya definido como «camarilla» y «burócratas mediocres» al entorno que le rodea. Y en tercer lugar, porque volvió a señalar a Urbán y a Errejón en el mismo plano y como corrientes internas, pese a que su fuerza orgánica no es comparable.

En ninguna de sus tres intervenciones en el día de ayer aprovechó Iglesias para hablar de su propuesta para el país. Tampoco en la cuestión orgánica planteó sus principales tesis, más allá de marcar distancias con Errejón: «La transversalidad no tiene que ver con parecerse a Ciudadanos o al PSOE. No podemos olvidarnos de quiénes somos, no nos podemos parecer a ellos ni en los andares». Podemos vivió ayer una tregua. Sin discursos para recordar. Solo un anhelo de unidad que hoy podría demostrarse como un significante vacío.

La oportunidad de Errejón

Es difícil que la gente vibre con la transversalidad. El discurso cerebral de Íñigo Errejón, tendente al posibilismo, no hizo que el público se levantase de los asientos. Tenía un papel difícil. La necesidad de presentar un discurso en clave interna, pero también la vocación de «hablar de España». Intentó hacerlo ante un auditorio que, ciertamente, parecía más proclive no ya al puño en alto de Iglesias y a las consignas de los anticapitalistas que a su insistente gesto de la V de victoria.

Su esperanza de cara a los resultados que se conocerán hoy por la mañana radica precisamente en la amplia base de inscritos que deciden. En la semana que han durado las votaciones –se cerró ayer a las 20 horas– un total de 155.275 inscritos han votado la nueva dirección y los documentos que marcarán el rumbo de Podemos. En el errejonismo están convencidos de que con una alta participación saldrían beneficiados, pero admiten que la complejidad del sistema de votación hace difícil un pronóstico.

La tónica general de los discurso fue el llamamiento a la unidad. El público presionó en esa dirección. Pero ninguno de los oradores movió mínimamente sus posiciones respecto a lo que venían planteando en los últimos días. Tampoco Errejón. Se puso así de manifiesto cómo su diagnóstico sobre la situación política difiere del planteado por Pablo Iglesias.

Al contrario que Iglesias, Errejón considera que la situación del Gobierno de Rajoy no es sólida: «Los poderosos han comprado tiempo. No es verdad que estén más fuertes que nunca», y planteó que es urgente que Podemos reaccione: «Los de arriba están más débiles, no hay que concederles ni un minuto de prórroga. Hay que abrir, hay que sumar». Frente a un Iglesias que se reivindicó de izquierdas, Errejón pidió «no desempolvar los viejos mapas» porque «a la ofensiva de los de arriba se le opone la unidad popular». Ese proyecto de «ensanchar» Podemos que Errejón tiene en mente debe hacerse incorporando a más gente «venga de donde venga».

Los resultados que se conocerán hoy pueden suponer un antes y un después para Errejón. Al renovarse tanto la dirección (62 miembros mediante un sistema de listas abiertas) como los documentos (especialmente importantes son el político y el organizativo), será difícil hacer una lectura en una sola dirección. Los afines a Errejón creen que pueden ser competitivos en todas las votaciones, pero fían a ganar uno de los dos documentos importantes la posibilidad de seguir manteniendo una posición de fuerza dentro del partido.

Ver los comentarios