Triana Martínez, declarando en el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco
Triana Martínez, declarando en el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco - EFE

Juicio por el caso Isabel CarrascoLa hija de la asesina dice que Carrasco no le dio la plaza por «no acostarme con ella»

Triana Martínez dice que se deshizo del arma porque pensaba que era la de su padre

LEÓN Actualizado: Guardar
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Triana Martínez, la hija de Montserrat González, asesina de Isabel Carrasco, declaró ayer en la Audiencia de León durante más de tres horas. Al contrario que su madre, sí respondió a las preguntas del fiscal y a las de las defensas. Estuvo tranquila; incluso se podría decir que extrañamente impasible. En momento alguno se alteró y tampoco cayó en contradicciones importantes. Y relató con detalle el supuesto incidente del abuso sexual de Isabel Carrasco: «No me dio la plaza en la Diputación porque no me quise acostar con ella», afirmó sin inmutarse. Salió, pues, mejor de los esperado del difícil trance, siempre bajo la atenta mirada de su progenitora.

Es difícil ponerse en la piel de un jurado, de modo que pronosticar el impacto de este testimonio es imposible.

Una de las claves del caso está en determinar la hora exacta del asesinato; si fue antes de las 17.16, como sostiene su defensa, o algún minuto antes. ¿Por qué es tan importante ese punto? Porque si el crimen es posterior, es evidente que tanto Monserrat González el martes, como ayer su hija, han mentido acerca de la llamada que en ese momento la primera hizo a la segunda.

Triana hizo ayer este relato de la conversación: «Me llamó y me preguntó dónde estaba, y luego me dijo que me fuera para el coche. Le pregunté que qué pasaba y me contestó: “¡La estoy viendo, estoy viendo a la Carrasco! Voy a acabar con esto, ya verás”»... Evidentemente, esta charla solo es posible antes de que Montserrat apretara el gatillo, pero resulta complicado pensar que en un momento de esa tensión máxima alguien tenga la mente tan fría como para hacer una llamada anunciando que va a matar a una persona.

«Estaba el día de tormenta, no sé si llevaba dos cazadoras, no me fijé»

El momento menos convincente del testimonio de la joven se produjo cuando el fiscal, Emilio Fernández, le preguntó si no le había extrañado que el día del crimen, el 14 de mayo de 2014, con buen tiempo, su madre saliera de casa con cazadora blanca, por encima una parka verde, pañuelo grande que le tapaba el rostro, gorra con visera, gafas de sol y guantes...

«Estaba el día de tormenta, no sé si llevaba dos cazadoras, no me fijé», acertó a decir. Y es un detalle importante porque tras el crimen Montserrat Gonález se quitó la parka, el pañuelo, la gorra y los guantes para cambiar su aspecto y evitar ser reconocida.

Triana también tuvo que explicar el episodio de la ocultación del arma: «Me crucé con mi madre; tiró el bolso en un garaje y pensé que había utilizado la pistola reglamentaria de mi padre (era el jefe de la Comisaría de Astorga) y eso era un problema para él. Lo recogí y metí el bolso dentro del que yo llevaba. Mamá estaba fatal, rota, me puse supernerviosa»...

Después de recoger el bolso -admite que pensó que su progenitora podía haber matado a Carrasco-, fue a buscarla y a las 17:19 llamó a su amiga, la policía local Raquel Gago, con un teléfono prepago con la intención de preguntarla si había visto a Montserrat. La llamada duró 17 segundos pero según ella no hablaron, porque en ese instante la vio hablando con un vigilante de la ORA. «Estaban muy enfrascados y no les iba a interumpir». Eso sí, preguntó si estaba abierto su coche y colocó el bolso con el revólver debajo del asiento del copiloto, «metidín» para que no se viera, y la dijo que se iba «a la frutería, que volvía luego».

De nuevo la figura de los dos policías llegados desde Burgos para reforzar la investigación salió a colación. De hecho, su declaración es clave para la estrategia de defensa porque las acusadas han dado detalles de posibles irregularidades que podrían afectar al proceso. Como su madre, Triana dijo que estos agentes, que se presentaron como «amigos de papá» y que la querían ayudar, la indujeron a declarar en el sentido que ellos decían. Es decir; la engañaron. Por eso dijo que se había visto con su madre en un pasadizo y que ésta le habría dicho «deshazte de esto», lo que ahora niega.

Exculpa a la policía local

Por supuesto, negó que Raquel Gago tuviera que ver en los hechos -era lógico que lo hiciera para echar por tierra la tesis de un plan criminal a tres- y volvió a relatar el rosario de afrentas a las que le habría sometido Isabel Carrasco desde que tras las Navidades de 2010 no accediera a sus deseos sexuales. «Me besó en la boca y me agarró de la espalda, pero pude levantarme. Me dijo quédate, ya salió la plaza, tienes mucho que ganar. Me sentí mal y asustada», remachó.

La policía local acusada, por su parte, no supo explicar su comportamiento después de que a las seis menos cuarto de la tarde del crimen un compañero le informara del asesinato: «No comenté con nadie que había estado con Triana dos veces ese día, y una con su madre; no sé por qué lo hice, fue mi reacción». «Cuando me contaron que las habían detenido no me lo creía».

«Voy a la frutería»

La única vez que se emocionó fue al asegurar «no tengo vida» desde que Triana Martínez le metió el bolso con el arma homicida debajo del asiento delantero derecho de su coche, y no supo dar explicación alguna de por qué está había actuado así: «Solo puedo dar explicaciones de mis actos».

Aseguró que nunca fue consciente de que su amiga metiera algo en su coche, y que en ningún momento ésta le dijo «ahí te dejo esto», como declaró en alguna ocasión, supuestamente por indicación de los policías de Burgos. Solo le comentó que «voy a la frutería, ahora vuelvo», y que cuando la llamó porque no regresaba ya no le cogió el teléfono porque estaba detenida.

Todo ese estado de shock que le impidió contar hechos tan relevantes no solo a la Policía, sino también a su familia, se le pasó cuando por casualidad, al caer agua de una garrafa dentro de su coche, encontró el bolso con el arma dentro. Entonces decidió llamar a un agente amigo suyo y relató todo. Pero habían pasado ya 30 horas desde el crimen...

Triana, eso sí, logró sembrar serias dudas sobre un informe pericial de la Policía que analiza las llamadas y posicionamientos de las cuatro implicadas en el caso: las acusadas y la víctima. Ayudada con documentación que llevaba en una carpeta demostró, con datos precisos, que algunas de las conclusiones que en él se contienen son técnicamente absurdas. La impresión es que de ser condenada, hay más posibilidades que lo sea por encubrimiento que como cooperadora necesaria.

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