Federico Trillo

El exilio y el reino

A mayor relevancia de la personalidad, mayor aflicción en las humillaciones; a mayor vinculación con una nación, mayor dolor en el exilio

Federico Trillo, con el Rey, en un acto castrense en 2003 JAIME GARCÍA

Federico Trillo

«Hoy las nubes me trajeron volando el mapa de España» (Rafael Alberti)

Ayer supimos que el Rey Juan Carlos I había tomado la decisión de «trasladarse, en estos momentos, fuera de España». Lo han conseguido quienes desde hace tiempo vienen arrojando sobre su figura la ignominia, sin posibilidades de defensa, acosándolo luego para que abandonara España. S e le ha condenado –el exilio ha sido siempre una pena, aunque sea temporal– sin haber sido oído; es más, sin haber sido encausado –ni llamado a declarar, ni imputado, ni, por supuesto, procesado– por ningún Tribunal, a pesar de su pública y permanente disposición a colaborar con la justicia. Pero la condena por sus perseguidores ha sido previa y contundente: con la penas más infamante –la deshonra–, y la más aflictiva –el exilio–, que se pueden imponer a un Rey.

A mayor relevancia de la personalidad, mayor aflicción en las humillaciones; a mayor vinculación con una nación, mayor dolor en el exilio. He tenido el honroso privilegio de acompañar en numerosas ocasiones al Rey Juan Carlos I a actos militares, dentro y fuera de España. En ellos le he visto emocionarse al compartir los dolores y las alegrías de la familia militar, como el primer soldado de España . Don Juan Carlos ha sido y es un gran patriota, algo que no pueden entender quienes han perpetrado ésta condena inicua; ni entienden tampoco el sufrimiento que conlleva el desarraigo de su hogar, de su familia, de sus amigos, de su tierra.

Esta condena vergonzosa, dictada por algunos opinantes con base en documentos y presuntas actuaciones secretas –que no se sabe como se han ido publicando–, ha contado al parecer con el estímulo de parte del Gobierno socialista, y ha sido jaleada abiertamente por sus coaligados comunistas. Y mientras ¿qué han hecho para defender la verdad?, ¿qué para defender la pretendida implicación de los servicios de inteligencia? ¿Qué para defender la Corona frente a las continuas calumnias e injurias que siguen siendo delitos en los artículos 490.3 y 491 del Código Penal?.

Se ha ignorado o desvirtuado la «inviolabilidad de la persona del rey», (artículo 56 de la Constitución). Lo que los nuevos inquisidores buscaban desde el principio es quebrar la continuidad dinástica en que se basa la Monarquía . Pero lo que nunca podrán arrebatar los causantes del exilio es el reino que Don Juan Carlos ha logrado durante cuarenta años para la mejor historia de España.

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