Urdangarín y la Infanta Cristina salen de los juzgados
Urdangarín y la Infanta Cristina salen de los juzgados - EFE

Etimología del caso Nóos

Varias de las empresas creadas por Torres y por Urdangarín tienen denominaciones procedentes del griego antiguo

Palma de Mallorca Actualizado: Guardar
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Los periodistas que seguimos el caso Nóos casi desde el principio, que podríamos situar en 2010, hemos tenido que ir adquiriendo de manera más o menos acelerada conocimientos sobre derecho mercantil, lenguaje jurídico, derecho procesal, revistas del corazón, psicología social, eventos deportivos, jurisprudencia varia, lenguaje de gestos y también, finalmente, algo de filosofía y de griego antiguo. En ese sentido, haber cursado en su momento el antiguo bachillerato de letras supone ahora una ayuda teórica y etimológica muy buena para intentar entender este caso.

Así, quizás podamos llegar a comprender por qué algunas de las principales empresas ligadas a la «galaxia Nóos» tienen denominaciones griegas, como ocurre con Nóos, Aizoon y Areté. Hasta el origen de la palabra «galaxia» procede también del griego, del adjetivo γαλαξίας, que significa «de leche, lácteo».

De este modo, Nóos habría sido, efectivamente, el nutriente del que se habría alimentado todo el entramado puesto en marcha por Diego Torrres e Iñaki Urdangarín.

Sin duda, la palabra clave en este caso sería «Nóos», término griego que significa «mente» o «facultad intelectiva». Uno de sus derivados, «noético», fue utilizado nada menos que por el gran Aristóteles como sinónimo de «conocimiento intuitivo», que estaría a medio camino entre la percepción que nos ofrecen los sentidos y el saber que podemos lograr utilizando adecuadamente la razón. Por tanto, el nombre de dicha entidad podría traducirse, con alguna pequeña licencia poética, como «Instituto Intuición». Tal vez, Torres y Urdangarín intuyeron en su momento que con Nóos las cosas les irían muy bien, pero a veces las intuiciones fallan y en la vida casi siempre suele ser mucho mejor utilizar el «logos», es decir, la «razón».

Por su parte, «Aizoon» es un término procedente también del griego, compuesto por dos palabras, «ai» y «zoon», que podrían ser traducidas respectivamente como «siempre» y como «vida» o «ser viviente». De ese modo, utilizando también alguna pequeña licencia etimológica, podríamos traducir el nombre de la mercantil Aizoon, cuya titularidad compartían Urdangarín y Doña Cristina, como «Siempre viviente». Curiosamente, en el ámbito de la botánica existen unas plantas perennes que se denominan justamente así. Sin embargo, teniendo en cuenta que la mayor parte de las creaciones humanas no suelen durar tanto como algunas plantas, quizás el nombre dado a dicha mercantil no fue tampoco el más adecuado.

Por último, nos encontramos con «Areté», que fue el nombre que Torres y Urdangarín dieron a la última fundación que pusieron en marcha. Dicho término, igualmente procedente del griego, suele traducirse como «excelencia» y sobre todo como «virtud». Resulta curioso que ese último proyecto, que vendría a ser la culminación de todo el entramado creado por ambos socios, recibiera un nombre así.

No sabemos aún si la próxima semana Urdangarín o Torres nos explicarán por qué pusieron esas denominaciones a algunas de sus empresas o si tenían algunos conocimientos de filosofía o de etimología. De momento, sólo sabemos que de los tres nombres utilizados, Nóos, Aizoon y Areté, seguramente el más inadecuado de todos fuera el último, pues desde la Grecia clásica sabemos que la virtud es, entre otras cosas positivas, la disposición habitual de algunos seres humanos para intentar hacer siempre el bien.

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