Curri Valenzuela

España S. A.

Como si España fuera España, S.A., el presidente desgranó en un largo discurso antes de aceptar preguntas de los periodistas todos los logros económicos de su gestión

Curri Valenzuela
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La proximidad del fin de año mueve a la gran mayoría de la gente a enviarse mensajes emotivos, que apelan al fondo de los corazones con frases, bastante cursis en ocasiones, sobre el significado del amor, la amistad y la solidaridad. Pero Mariano Rajoy no se anda con tonterías. Ayer dio una rueda de prensa para hacer balance de su gestión durante 2016 que le salió calcada del discurso de cualquier consejero delegado de una importante multinacional cuando ofrece ante sus accionistas el balance del cierre del ejercicio. Con muy buenos resultados por parte del Gobierno, eso sí.

Como si España fuera España, S.A., el presidente desgranó en un largo discurso antes de aceptar preguntas de los periodistas todos los logros económicos de su gestión.

Con la excepción del control del déficit, que aceptó haberse saltado, en lo demás se concedió muy buenas notas. Razón tenía para sentirse orgulloso porque, como repitió, conseguir que el crecimiento económico no se haya resentido de la inestabilidad política en un país que ha pasado diez meses con un Gobierno en funciones tiene su mérito.

Terminado el balance financiero, Rajoy pasó a enumerar sus aciertos de estrategia comercial para conseguir mantenerse como el número uno de su sector estratégico de cara al futuro, que es, por lo que dijo y ya sabíamos, el de tomar del adversario sus mejores ideas, promocionarlas como propias y dejar a la competencia vacía de expectativas. Del PSOE ha asumido ya el techo de gasto, el bono social y la subida sin precedentes del salario mínimo; de Ciudadanos, el que la primera Ley a tramitar en las Cortes sea la de los autónomos. Una línea en la que el presidente anunció que va a continuar para lograr mantenerse en el poder cuatro años.

Del mayor reto político al que se enfrenta, el proyecto de secesión de Cataluña, ni siquiera habló en su discurso. Solo se refirió a él obligado por las preguntas de los periodistas. Al primero solo le respondió que «hablar es bueno». A la segunda cuestión ya dijo eso de que nunca aceptará la liquidación de la unidad nacional, aunque sigamos sin saber cómo lo va a conseguir. Al tercero le despachó con un «cuando tenga algo que contarles, lo haré».

Solo para despedirse tras una hora de intervención Rajoy se permitió un «Feliz Año nuevo a todos». Menos mal.

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