Un documental recuerda a los escoltas que lucharon contra ETA y el Grapo

La Fundación Miguel Ángel Blanco acaba de estrenar 'Las buenas sombras', un homenaje a quienes salvaron miles de vidas durante los años más duros del terrorismo en España

Vídeo: Vea el tráiler del documental 'Las buenas sombras, los escoltas frente al terrorismo

Jorge Navas

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Hasta hace poco más de una década, ETA sembró España de muertos, heridos, viudas y huérfanos. Pero no todas las víctimas tuvieron el mismo reconocimiento ni repercusión. Sobre todo las que lucharon, murieron y fueron olvidadas en un segundo plano porque ese era su trabajo: jugarse la vida para proteger a miles de personas amenazadas por los terroristas.

La Fundación Miguel Ángel Blanco estrenó hace un par de semanas el documental 'Las buenas sombras, los escoltas frente al terrorismo' , con testimonios sobre aquellos que arriesgaban la vida cada día para que otros no la perdieran en cualquier momento. En definitiva, para defender la libertad frente a unos «terroristas de ETA mucho más activos contra la democracia que contra la dictadura franquista», como recuerda esta obra y sufrieron los españoles entre 1968 y 2011.

La película rinde homenaje a los once escoltas que mató ETA y a otros dos que asesinó el Grapo , grupo de extrema izquierda: en total, seis policías, dos guardias civiles, otros tantos militares, un ertzaina y tres soldados en la 'mili', como se conocía el servicio militar obligatorio, que desapareció en 2001. También el único escolta privado que falleció. Fue en un tiroteo por un malentendido, al confundir con etarras a agentes de la Guardia Civil de paisano y encapuchados para evitar un atraco en una sucursal bancaria. Y recuerda a otros cinco que resultaron heridos: el ertzaina Juan María Quintana y los escoltas privados Antonio Llanes, José María Lobato, Iñaki Torres y Gabriel Giner.

Todos ellos fueron más necesarios que nunca en los años 90, ya con la democracia española plenamente consolidada, cuando ETA impuso la 'socialización del dolor'. Un eufemismo para justificar su nueva estrategia de asesinatos masivos e indiscriminados, incluidos niños y ciudadanos anónimos. Así reaccionó ETA al éxito policial de Bidart (Francia), donde la fuerzas de seguridad desarticularon la cúpula etarra en 1992. Justo antes de las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, un momento histórico para nuestro país que la banda pretendía dinamitar.

Eso obligó a proteger a muchas más personas, como jardineros, trabajadoras de la limpieza o universitarios que tenían que ir escoltados a su trabajo y a clase porque eran concejales o militaban en el PSOE o el PP. Se calcula que en esos años hubo unos 5.500 escoltas para unas 3.300 personas de las entre 40.000 y 50.000 amenazadas por ETA sólo en el País Vasco y Navarra. Es decir, apenas el 7% tenía alguien que cubriera su espalda . Incluso con los escoltas privados a los que tuvo que recurrir el Estado: vigilantes de seguridad o guardas jurados que recibían un curso básico para un tarea tan peligrosa por la urgencia y gravedad de un trance tan excepcional.

Uno de ellos fue Juan Manuel Hueso, escolta en el País Vasco y Castilla y León entre 1997 y 2011, para «aportar nuestro granito de arena a la libertad y la democracia» . Explica a ABC que en Castilla y León «sí teníamos un apoyo social que no había en el País Vasco», lo que les obligaba a vivir y trabajar literalmente en la sombra, como el título del documental. Hueso tilda de «vergonzoso» que la gran mayoría de sus compañeros «se quedaran en la calle de un día para otro y, lo que es peor, sin ni siquiera un 'gracias' para gente que salvó tantas vidas». Los últimos escoltas privados siguieron trabajando en el País Vasco y Navarra hasta 2017, seis años después de que ETA se disolviera como banda terrorista.

«Auténticos héroes»

Este documental se presentó el pasado día 15 en el Instituto de Formación Integral en Seguridad y Emergencias de la Comunidad de Madrid, cuyo consejero del ramo, Enrique López (PP), definió los testimonios de sus protagonistas como «desgarradores» . El pasado jueves se proyectó también en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria y está previsto para mayo en un ciclo de cine en León y para otoño en otro de la Asociación por la Tolerancia en Barcelona. La Fundación Miguel Ángel Blanco quiere llegar a otros públicos, como los universitarios de colegios mayores con los que colabora.

El director y guionista de la cinta, Felipe Hernández Cava, la define como una «reparación de la injusticia» con quienes trabajaron «en unas condiciones muy difíciles». Prueba de ello es que, al ir de paisano, ni podían llevar chalecos antibalas. Hernández Cava asegura que, «sin estos auténticos héroes, habría sido imposible mantener la democracia en el País Vasco» . Y agradece la colaboración de ABC, cuyo departamento de Documentación ha sido «fundamental» para este homenaje a esas 'buenas sombras' que asumieron un sacrificio personal y un servicio profesional que no han sido reconocidos como se merecían.

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