Los capos armenios «tocaron» a jueces

Más de cincuenta han ido a prisión y tres de ellos ya han agredido a un funcionario en la cárcel

Representantes de la Policía, los Mossos, Interpol, Europol y Anticorrupción informan de la operación en Madrid EFE

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Las cifras de la operación Kus-Napols contra la mafia armenia asentada en España no tienen antecedentes y su pluralidad delictiva tampoco: 132 detenidos, de los que más de medio centenar han ingresado en prisión. Entre los capturados hay siete «vor v zakone» o «ladrones en la ley» , jefes coronados como tales con las estrellas tatuadas en la piel y el poder para que un miniejército de bandidos actúe a su servicio.

Robos en casas, tráfico de drogas, armas, extorsiones, blanqueo, contrabando, intento de asesinato , apuestas deportivas ilegales y corrupción. Todo lo que fuera susceptible de ser comprado era el objetivo de esta mafia, que trabajaba en células divididas en tres niveles.

Las células asentadas en Valencia, en concreto las controladas por el «vor v zakone» Artak Ohanyan, invirtieron sus beneficios en lotes de material subastado en el puerto de Sagunto, dándole una apariencia legal. Para lograr que se les adjudicaran dichos lotes movieron todos los hilos a su alcance. En concreto, hay indicios de sobornos a jueces de Levante y autoridades, según confirmaron ayer los investigadores. También se han detectado intentos de colocar a gente en consulados.

«Tratan de infiltrarse en las estructuras administrativas y de poder», explicó el comisario de la Brigada de Crimen Organizado, Marcos Frías, acompañado por el intendente y jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos, Antoni Rodríguez, y de Pedro Felicio, de Europol.

Baloncesto, voley playa...

Otro de los hitos de esta operación, que tuvo su origen en el asesinato de dos georgianos en Tarrasa en enero 2016, es que se ha logrado no solo destapar la corrupción en las apuestas deportivas, sino que por primera vez se ha logrado trazar el circuito completo de cómo se producen amaños y sobornos en partidos de baloncesto de Azerbayan, de voley playa en Rusia, de hockey sobre hielo o de tenis de las categorías inferiores.

«Se ha descubierto cómo pactan el resultado de un partido, distribuyen esa información a través de sus células y la orden de dónde y cómo tienen que apostar», resumió el comisario Frías. Los investigadores han llegado a ver cómo se pagaba un resultado determinado a la esposa de un deportista y han podido acreditar la participación en esta compra de encuentros de una veintena de deportistas.

Tras el doble asesinato de georgianos, se creó un equipo policial conjunto que ha llegado hasta una compleja y poderosa organización criminal de armenios. Esta empezó a hacerse un hueco y a liderar las tramas mafiosas en España a raíz de los sucesivos golpes policiales asestados a los criminales georgianos . Con la operación Avispa (2005) y el encarcelamiento del jefe de los jefes, Zakhar Kalashov, se produjo «un vacío de poder», que duró poco. Los armenios vieron la ocasión de potenciar sus estructuras de blanqueo y la aprovecharon para abrirse paso.

«A partir de 2012 hay un fortalecimiento de las estructuras operativas. Los armenios están enganchados a las estructuras de georgianos, pero deciden emanciparse», detalló el intendente de investigación criminal de los Mossos, Antoni Rodríguez.

El siguiente y lógico paso fue la guerra entre grupos por el control del territorio y, por tanto, de los delitos. «Logramos frustrar dos asesinatos cuando ya se dirigían con las armas a cometerlos», concretaron los investigadores. La orden de asesinar se había dado y las detenciones de tres armenios se produjeron el 1 de noviembre de 2017. Llevaban un revólver y munición.

Para resolver la guerra entre clanes se celebró una cita de cuatro «ladrones en la ley» en la que se sentaron las bases de actuación, que debían ser aceptadas por todos.

A ese cónclave le siguieron otras dos «shodkas» o reuniones de vor en enero de este año en Madrid a las que asisistieron las dos facciones en liza para delimitar con claridad el territorio de cada jefe y sus células. Lo que no sabían ninguno de ellos es que decenas de investigadores de Policía y Mossos les seguían los pasos y no perdían detalle de sus intentos de sellar la paz.

Seis meses después, se lo dejaron claro con detenciones en cadena. Más de cincuenta de ellos han ingresado en prisión, otra cifra sin parangón. Tuvieron que llevarlos a cárceles distintas para que no se mataran entre ellos. Aún así en una semana tres ya han atacado a un funcionario.

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