Una viñeta de Puebla sobre Mariano Rajoy y Albert Rivera
Una viñeta de Puebla sobre Mariano Rajoy y Albert Rivera - josé manuel puebla
el contrapunto

Intangibles democráticos

Mariano Rajoy ha defraudado al reducir su gestión al empeño de cuadrar una cuenta de resultados

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Aquel cartel electoral lo decía todo: «Llegar a fin de mes con Rajoy es posible». Una solemne declaración de intenciones. Un programa. Un diagnóstico. Rajoy obtuvo una abrumadora mayoría absoluta en 2011 convirtiéndose en depositario de once millones de esperanzas, que ha defraudado, en buena medida, al reducir su gestión al empeño de cuadrar una cuenta de resultados.

Una meta compleja, sin duda, dada la grave crisis heredada del PSOE, que se habría revelado insuficiente, no obstante, incluso en el caso de haber sido plenamente alcanzada. Y no lo ha sido. Estamos mejor de lo que estábamos hace cuatro años, es innegable, aunque a costa de un sacrificio brutal cargado sobre las mismas espaldas de siempre. Las que volvieron sus ojos confiados hacia las siglas representativas del centro-derecha liberal para darse enseguida de bruces con más impuestos, menos sueldo y escasas o nulas oportunidades para sus hijos en España.

Una realidad ya cruda de por sí, que sumada a los escándalos de corrupción, los abusos de poder, las promesas incumplidas, el relativismo imperante en asuntos tocantes a los principios, la impermeabilidad a la crítica leal, los complejos, la falta de empatía y, sobre todo, la ausencia absoluta de un discurso ilusionante, dibuja un futuro incierto con vistas a las generales. Porque no sólo de pan vive el hombre y llegar a fin de mes constituye un anhelo tan loable como mediocre en términos de ambición política.

Ciudadanos se presenta como la cruz de esta cara; la imagen obtenida al revelar el negativo y observar la foto resultante. Sus puntos fuertes coinciden con los agujeros negros del PP y, a la inversa, allá donde el PP pisa fuerte Ciudadanos es por el momento una incógnita. Pero, parafraseando a Quevedo, una incógnita ilusionada.

Rivera nos pidió el voto por primera vez desnudo, literalmente en cueros desde lo alto de las vallas, apelando a la emoción y los sentidos antes que a las carteras. Poco tenía que ofrecer entonces salvo juventud, ganas, empuje, regeneración y limpieza. Con el paso de los años a esos atributos, que permanecen intactos, se han sumado la valentía en la defensa de la España constitucional en Cataluña, donde no resulta fácil pronunciar esa palabra, la coherencia y la articulación de un discurso fresco, ajeno al manido «y tú más», empeñado en unir en lugar de separar.

Desde la derecha se le reprocha haber pactado en Andalucía con un PSOE podrido de corrupción y desde la izquierda hacen lo propio afeándole el acuerdo suscrito con el PP madrileño. Izquierda y derecha chirrían ante la aparición de una bisagra dispuesta a ocupar el centro y hurtar al nacionalismo traidor la llave del gobierno español. El 20 de diciembre sabremos hasta dónde llega el corazón y cuánto pesa la cartera.

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