José Oliu, presidente de B anco Sabadell, saluda al presidente de La Caixa, Isidro Fainé (derecha)
José Oliu, presidente de B anco Sabadell, saluda al presidente de La Caixa, Isidro Fainé (derecha) - efe
las consecuencias del «éxodo»

La Caixa y el Sabadell trasladarían su sede para huir del «corralito»

Su desplazamiento supondría el derrumbe de uno de los símbolos catalanes por excelencia

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El estado de las relaciones entre Artur Mas y el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, son el secreto mejor guardado desde que el presidente catalán se embarcó en su aventura secesionista. No es difícil imaginar que éstas no atraviesan por su mejor momento, dado que Fainé, considerado el hombre más poderoso de Cataluña, rechaza la ruptura. «Solo concibo una solución dentro de la ley», dijo en un acto en la residencia del embajador español en Washington. «No contemplamos una Cataluña independiente», aseguró el presidente de Banco Sabadell, José Oliu, en una conferencia en Londres.

Préstamos a la Generalitat

Y es que, en caso de secesión, estos dos grupos estarían condenados a trasladar su sede social para garantizar su permanencia en la zona euro.

Lo contrario implica la desprotección del Fondo de Garantía de Depósito, en perjucio de la entidad y de sus clientes. Pero también de las finanzas públicas catalanas. La Generalitat ha logrado enjuagar su deuda gracias sobre todo al Fondo de Liquidez Autónomica, pero también, a los préstamos de entidades privadas.

A finales de 2014, el Ejecutivo autonómico debía a Caixabank más de 3.800 millones de euros, mientras que Banco Sabadell era acreedor de casi 500 millones. Asimismo, estos dos grupos son los principales avaladores de las líneas de financiación para emprendedores que otorga el Instituto Catalán de Finanzas, entidad que el Gobierno catalán quiere convertir en banco público a modo de «estructura de estado». Pero necesita para ello la bendición del Banco Central Europeo (BCE). Imposible si Cataluña sale de la Unión Europea.

Aunque solo una quinta parte de los clientes de La Caixa y del Sabadell residen en Cataluña –el grueso de sus activos están en el resto de España y en el extranjero–, su traslado supondría el derrumbe de uno de los símbolos catalanes por excelencia –junto al Barça y la Moreneta, según el dicho popular–. Pero el desafío secesionista de Mas no deja otra opción. Y la posibilidad de que se produzca un «corralito» –situación en la que los ciudadanos no pueden sacar dinero de los bancos por falta de liquidez– es enorme.

Lo reconocieron los propios asesores de Artur Mas, aunque entonces no contaban con esa fuga de bancos. Lo adviertieron en un informe, elaborado por el Consejo Asesor de la Transición Nacional, titulado «Consecuencias económicas de una hipotética secesión de Cataluña». En la página 31 del documento se alude a esa previsible asfixia bancaria: «La estrategia del Gobierno español de crear resistencia y la respuesta ciudadana en Cataluña pueden llegar a crear una situación de gran inestabilidad financiera (incluida la posibilidad de un ‘corralito’)».

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