Pablo Iglesias junto a Iñigo Errejón.
Pablo Iglesias junto a Iñigo Errejón. - Ángel Navarrete

Podemos: el «asalto» al PSOE ante el desgaste del poder

La formación liderada por Pablo Iglesias aspira a conquistar al votante socialista para ser la alternativa al PP

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«Nacimos para ir a por todas. Nuestro desafío es convertirnos en una alternativa de Gobierno». Podemos acababa de hacerse con cinco asientos en el parlamento europeo y su líder, Pablo Iglesias, advertía de que seguía hambriento. El objetivo entonces no era otro que arrancar de un bocado los votos del PSOE y hacerle frente al PP en la batalla política para la que nacieron: las elecciones generales.

Pero año y medio después, el escenario no es el que Podemos habría deseado: en lo externo, la aparición de Ciudadanos y la resistencia que están demostrando PP y PSOE a sus envites complican sus expectativas. En lo interno, unas primarias puestas en entredicho que desmovilizaron a sus bases, una política de pactos y alianzas cuestionada por numerosos sectores y unas encuestas que sitúan al partido más cerca del suelo que del cielo que pretende «asaltar».

Podemos es un partido joven que aún se debate entre el discurso más izquierdista de sus orígenes y un viraje al centro, donde cree que se ganan las elecciones. Pero el tiempo apremia y el partido de Iglesias inicia su curso político más decisivo con la misma ambición que tenía en mayo de 2014: derrotar al PSOE para ser la única alternativa al PP.

Podemos sale a ganar las elecciones generales, como repiten sus máximos dirigentes, pero el objetivo «realista» que se ha marcado el partido es ser segunda fuerza. Si Podemos vence al PSOE, a Pedro Sánchez no le quedará más remedio que pactar con el PP o darle el Gobierno a Pablo Iglesias. Es el escenario ideal para Podemos, que ha fijado en los socialistas su enemigo a batir con una estrategia de moderación y la apelación constante al electorado «socialista de corazón».

El PSOE «ha sido siempre el partido que ha frenado el cambio y ha mantenido a los poderosos», indican dentro de Podemos. La estrategia pasa por sacar a la luz todas las «manchas» del currículum socialista y culminar el enfrentamiento con un debate televisado entre Sánchez e Iglesias, ya forjado en tertulias y con un nada desdeñable don de palabra. De hecho, el partido pretendía repetir lo ocurrido en Grecia con su hermano Syriza, hoy en el Gobierno, y el Pasok, el partido socialdemócrata que durante 40 años fue hegemónico en el país heleno y hoy no llega ni al 10% de representación. Pero los socialistas españoles parecen lejos de la «pasokización».

Pero, ¿qué pasará si Podemos es tercera fuerza? Con un partido nacido por y para esta contienda electoral, la continuidad de su líder, Pablo Iglesias, depende del resultado que arrojen las urnas, como confiesan fuentes de su círculo de confianza. «Iglesias nos ha traído hasta aquí, es el mejor candidato y su liderazgo es indiscutible», indican, «pero si somos tercera fuerza él quizás no sea la persona que deba dar continuidad al proyecto».

El futuro de Iglesias

Iglesias ve en las elecciones generales un examen a su propio futuro. En una entrevista en un canal venezolano cuatro días antes de los comicios autonómicos y municipales, ya dejó entrever sus intenciones: «Si no ganamos habrá elementos irreversibles; tendremos mucho futuro, pero otro futuro». Los de Podemos ocuparán cargos institucionales y dejarán de ser «outsiders», los que vienen de fuera a combatir a la casta. «Ahora hay una oportunidad».

Si se cierra, la política nunca acaba y habrá futuro, pero será con características distintas». Para el partido y para él mismo, precisó, pues dejó la puerta abierta a su salida de la primera línea: «No sé si tendré un papel tan relevante en ese futuro». Iglesias admitió que Podemos diseñó una hoja de ruta para un solo año, «porque 2015 tenía que ser el año del cambio». Una ventana de oportunidad que amenaza con estar cada vez más cerrada.

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