Familiares y amigos de Marina Okarynska la despidieron este viernes en el cementerio Cristo del Perdón de Cuenca
Familiares y amigos de Marina Okarynska la despidieron este viernes en el cementerio Cristo del Perdón de Cuenca - efe

La madre de Laura del Hoyo: «¡Que lo castiguen como a mi hija y a su amiga!»

Laura y Marina reposan ya en el cementerio de Cuenca, en dos nichos; juntas fueron asesinadas por un psicópata sin alma y juntas descansan para siempre

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Silencio espeso, llanto, dolor, rabia, desesperación... Cuenca es una ciudad herida, de luto, donde hoy nadie piensa en la fiesta de la Virgen, sino en tres familias rotas por un psicópata cuya detención es lo único que alivia algo: «¡Que le castiguen como a mi hija y su amiga, que les cuelguen de un pino, cabrones, hijos de puta!», decía en las devastadoras horas de tanatorio la madre de Laura del Hoyo, con los ojos arrasados al poco de empezar a velar el cuerpo de su niña. Era la única forma que encontraba de dar rienda suelta a esa angustia que la carcome desde el jueves de la semana pasada, cuando vio por última vez a Laura, una chica responsable y trabajadora que iba a empezar una nueva etapa de su vida con sus estudios de peluquería. Acababa de regresar de Xirivella (Valencia) donde había pasado el último año y medio trabajando en una tienda de cosmética y completándolo con actuaciones como bailarina con un grupo musical. Marina Okarynska, como ella, trabajaba y disfrutaba. Las fotos de ambas posando bellas y amigas recrudecen el dolor.

Cientos de personas acudieron a los funerales, celebrados en las parroquias de San Fernando y San Esteban, uno a las once y cuarto de la mañana y otro a las once y media, porque cada familia eligió la intimidad del templo al que asiste de forma habitual. Laura fue bautizada y recibió la primera comunión y la confirmación en la Iglesia de San Fernando, con la que mantenía relación. Para la familia de Marina, llegada a Cuenca hace una década, San Esteban era su parroquia.

Las familias arrastraron el dolor y el luto en silencio, arropados por allegados, conocidos y vecinos porque como afirmó el que ha ejercido como portavoz de las dos familias Luis Javier Chamón, primo hermano de Laura «Cuenca entera está llorando». Al sufrimiento de enterrar una hija se unía el espanto de las circunstancias que rodearon las muertes. Quizá por eso el mejor acompañamiento en esos momentos era el silencio, y así lo entendieron los presentes, que abarrotaron los dos templos hasta el punto de que bastantes personas tuvieron que seguir desde fuera la liturgia. Solo en momentos puntuales ese recogimiento fue interrumpido por algunos aplausos, como a la llegada de los dos coches fúnebres atestados de coronas.

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