Prostitutas en Colonia Marconi (Madrid), un núcelo de trata de personas
Prostitutas en Colonia Marconi (Madrid), un núcelo de trata de personas - De San Bernardo

Comerciantes de cuerpos esclavos

Dos tercios de la prostitución en España son «invisibles». Unas 20.000 mujeres son explotadas en pisos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El cliente del club de finales de los noventa quería sexo, pero también charla, que lo escucharan, creerse la mentira de que medio estaba ligando con la voluptuosa suramericana que tomaba una copa con él. Cuando las despampanantes rumanas y otras chicas del Este de Europa empezaron a reinar en los prostíbulos se acabaron las conversaciones. Recién llegadas, apenas conocían unas palabras de español por las telenovelas y a partir de entonces se abrió paso el sexo de acero, palizas y drogas.

Mujeres explotadas y vigiladas entre los muros y las luces de neón por la madame de confianza del chulo rumano. Ni siquiera las dejaban sentarse, para que no perdieran tiempo. «Se pasó de contraer larguísimas deudas al imperio de la violencia y los servicios a destajo a partir de 2001 más o menos», detalla el inspector jefe de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedad Documental (Ucrif), José Nieto, al preguntarle por los cambios en estas prácticas esclavistas centradas en el consumo de cuerpos de mujer.

Una máquina de billetes

El «comercio de los sueños» que acaban en un polígono o un club de mala muerte se ha transformado en una máquina imparable de hacer dinero. En España mueve cinco millones de euros al día. Sin gastos, sin cotización y hasta hace poco sin apenas reproche penal ni social.

«Hemos pasado de que casi te recibían con un plato de jamón en el club de alterne, porque les quitabas problemas al expulsar a su país a mujeres que ya casi habían liquidado la deuda con la organización -así renovaban caras o las vendían a prostíbulos de menos nivel-, a centrar nuestra lucha en la explotación», aclara Nieto, que lleva 18 años peleando en esta trinchera.

El plan de Policía contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual es una clarísima muestra de este cambio. La primera fase empezó en abril de 2013 y tras el éxito (traducido en rescate de víctimas y vidas y ataque a los cimientos de las bandas criminales) hace un mes comenzó la segunda, con una base pedagógica y de freno: concienciar y prevenir.

Sin clientes no hay esclavas. Se venden cuerpos porque hay millones de hombres dispuestos a comprarlos. Sin mirar a los ojos del envoltorio, sin querer saber qué historia hay detrás. El perfil de los clientes también ha cambiado: menos edad y menos escrúpulos. «Nos contó que había suplicado a un cliente al principio de que la trajeran a España. Había estado con él ya en varias ocasiones. Le relató su historia pensando que se había encariñado con ella y la ayudaría. El tipo le dijo que estaba allí para divertirse y no para que le lloraran, que viniera su amiga. Ya no quiso subir más con ella a la habitación», rememora el inspector jefe al echar la vista atrás sobre las decenas de operaciones de estos años (1.150 conjuntas con la inspección de trabajo en el área de explotación sexual solo en los dos últimos años).

La otra pata del plan está dirigida a las víctimas invisibles en un doble sentido: la percepción social de que esas mujeres mercancía explotadas por organizaciones son víctimas y que solo vemos la punta de la lanza. Dos tercios son invisibles. Venden su cuerpo sin voluntad en pisos, escondidas a la acción policial.

Ni clubes ni polígonos donde alguien les pueda ayudar. No hay una cifra clara, solo especulación, anuncios en internet y horas de trabajo. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han detectado a 14.000 mujeres en España que ejercen la prostitución (tanto obligadas como de forma voluntaria). Es un tercio del total. Dos tercios llegan directamente al consumidor sin que el resto las vea, más de 20.000 mujeres invisibles, carne de cañón. Es el objetivo policial y se aspira a una alianza, un pacto con la sociedad.

El mensaje es rotundo: con la trata no hay trato. Hasta ahora lo ha habido. Lo saben bien las 333 víctimas que han pasado a ser testigos protegidos en estos dos años y las 758 que han sido asistidas. Ellas ya han dejado de ser mercancía.

Ver los comentarios