Navarra, hacia un hemiciclo de ocho partidos

Si por algo se caracterizan las elecciones forales en Navarra es porque nadie tiene ni idea de nada. Nadie sabe quién va a ser el partido más votado y las encuestas están divididas entre UPN y Podemos; nadie sabe cuántos grupos parlamentarios entrarán en la Cámara foral, que pueden ser hasta ocho, nadie sabe quién va a pactar con quién... Lo único claro es que va a haber que pactar, como se ha hecho siempre en Navarra. Ni tan siquiera nadie sabe si los pactos postelectorales serán suficientes para llegar a conformar un Gobierno, a ser posible, estable.

De hecho, en las últimas semanas son cada vez más las voces que opinan que habrá que recurrir por primera vez en la historia de la democracia navarra a la repetición de las elecciones.

Donde pocos se ponen de acuerdo es en qué fechas debería ser esa repetición. Siempre a partir del 24 de agosto.

Lo que está claro es que la incertidumbre llega posiblemente en el peor momento en que podía venir. Navarra, al igual que el resto de España, está comenzando a salir de la crisis económica y la inestabilidad podía ser fatal para consolidar la recuperación. En tiempos en que los ingresos disminuían no era mala solución la prórroga de los Presupuestos. Ahora que la recaudación aumenta, sería mortal una inestabilidad que impidiera dotar a Navarra de presupuestos.

Los partidos que durante esta legislatura han ejercido la oposición hablan de «cambio». Aunque hay que recordar aquellas elecciones de 2003 en que ya se hablaba de las «elecciones del cambio». El partido en el Gobierno, también habla de «cambio». Cambio en la manera de hacer las cosas, de hablar con los ciudadanos, etc.

Es tal la incertidumbre y tan grandes las diferencias entre las propuestas de unos y otros que quizá dentro de cuatro años hablemos de una Comunidad Foral de Navarra totalmente diferente a la actual. Una Comunidad que, si se cumplen las pretensiones de algunos, puede que ni tan siquiera exista.