El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la tribnuna del Congreso
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la tribnuna del Congreso - EFE
debate sobre el estado de la nación

El último cara a cara PP-PSOE

Rajoy eligió esta semana en cuanto Susana Díaz convocó elecciones andaluzas

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Mariano Rajoy pasa el fin de semana encerrado en La Moncloa preparándose para un debate que sabe que se le presenta a cara de perro, de cuya fiereza dio ayer muestras Pedro Sánchez con los socialistas europeos. Nada excepcional para un Debate sobre el estado de la Nación que esta vez, sin embargo, se celebra en circunstancias inéditas: será el primer debate electoral de una larga campaña de cuatro citas con las urnas en onces meses y, muy probablemente, el último enfrentamiento parlamentario de esas características planteado como un cara a cara entre un presidente que gobierna con amplia mayoría y el dirigente de un partido considerado por todos el indiscutible líder de la oposición.

El presidente eligió esta semana para convocar esa cita parlamentaria anual en cuanto Susana Díaz convocó elecciones en Andalucía para el 22 de marzo, consciente de que necesita implicarse de manera personal para que su partido obtenga un buen resultado en la primera de las convocatorias electorales previstas para después llegar a la cuarta, las generales de noviembre, con muchas posibilidades de ganarse otros cuatro años en La Moncloa.

Antes de que participe activamente en la campaña electoral oficial, Rajoy pasará dos días en los televisores de los andaluces (incluso los que sintonicen con ese Canal Sur que se esmera en mostrar a Díaz besando niños y abrazando a ancianitas). Con más eficacia que desde el escenario de cualquier mítin, hablará de la recuperación económica y, conciente de las críticas que le van a llover desde todas las esquinas del hemiciclo, anunciará medidas sociales de calado con las que demostrar que va a seguir gobernando hasta el último día.

Pedro Sánchez aceptó inmediatamente la fecha que le propuso el presidente del Gobierno. Esta es su oportunidad de mostrarse como líder de la oposición y, sobre todo, de su partido. Desde el atril del Congreso de los Diputados cualquiera presenta mejor perfil de estadista que desde los mercadillos de los pueblos andaluces en los que Susana Díaz se resignará a comparecer esta semana.

El secretario general del PSOE se ha preparado un discurso duro contra Rajoy en la línea del avanzado en sus últimos rifirrafes: ya no le discute que la recuperación económica es un hecho, ahora se queja de que en el proceso se han magnificado las desigualdades sociales entre españoles. Si sale bien parado, puede que los suyos olviden el episodio del cambio de cerradura de la puerta de Tomás Gómez; incluso, con mucha suerte, que le dejen llegar al debate definitivo contra el actual presidente, ante las cámaras de televisión, a pocos días de las elecciones generales.

Todo apunta a que tras esas elecciones la composición del Parlamento sea tan diferente de la actual que este cara cara Rajoy-Sánchez se recuerde como el último del bipartidismo en España. La historia de los debates del Estado de la Nación ha sido, hasta ahora, la de parejas de líderes políticos claramente identificados por sus dos grandes partidos: Adolfo Suárez-Felipe González; Manuel Fraga y luego José María Aznar contra González; José Luis Rodríguez Zapatero frente a Aznar; Mariano Rajoy-Zapatero; Alfredo Pérez Rubalcaba contra Rajoy. Un baile de parejas que parecía perpetuo, pero que parece destinado a extinguirse. Con Pablo Iglesias, Albert Rivera, Alberto Garzón, quién sabe cuales serán los protagonistas de los próximos años.

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